Todo adulto tiene cosas por las que debiera disculparse. Mentimos usted y yo si lo negamos. El sexo, el dinero, el poder y el querer vernos bien se traducen con frecuencia en conductas de las que luego nos avergonzamos. Y como nos avergonzamos de la vergüenza, callamos esperando que nadie lo sepa. A veces funciona y morimos con nuestras mentiras. A veces no.
La mente maravillosa minimiza el golpe a la autoestima. Cuando se cae la máscara y toca dar la cara, inventa razones: «Mentí para no herirte». Nos persuadimos de ser buenos, y es cierto: la mayoría del tiempo, la mayoría actuamos queriendo el bien.
Pero el hecho es que mentimos, actuamos mal y hacemos daño. Y no toda mentira tiene el mismo tamaño. Ni toda disculpa enmienda el daño con igual eficacia.
Usted ya sabe por dónde va esto: la disculpa de los empresarios. Seis de los hombres más ricos del país, seis de los más activos líderes empresariales, piden disculpas por financiar de forma ilícita la campaña de Jimmy Morales. «Se cometieron errores», explica Salvador Paiz porque cuesta demasiado decir: «Hicimos trampa».
Pero ya aprendimos que disculpa de empresario es más señal para inversionistas que manifestación moral. El 25 de marzo, Mark Zuckerberg pidió perdón porque Facebook violó la privacidad de sus usuarios europeos. Ni cuatro semanas después su empresa sacó de Irlanda los datos de 1,500 millones de usuarios que no son europeos. Precisamente para negarles la protección de las nuevas y estrictas regulaciones de la GDPR. Disculpa de empresario.
Disculpa de empresario es más señal para inversionistas que manifestación moral.
A los inocentes Herodes los acabó hace rato. El asunto no es lo que se dice, sino lo que se hace. Primero, porque, como señaló Claudia Méndez Arriaza, no hace falta que por ese dinero los empresarios reciban prebendas. Basta que por ello el gobierno de Morales no cambie nada. Ellos ya tienen la sartén por el mango. Alcanza con que siga así.
Segundo, porque la decisión no era entre corrupción y salvar a la patria. Escogieron entre las campañas corruptas de Baldizón, de Torres y de Morales. Incluso, solo les constaba la corrupción de la campaña de Morales, que les recibió el dinero ilícito. No, la decisión era para asegurar el balance de poder, mantener los objetos de inversión, continuar las alianzas deseadas.
Las mentiras inhabilitan para la verdad. El hombre que engaña a su pareja puede no ser evidenciado. Pero se inhabilita para el matrimonio en que miente. Y si lo pescan, despeja la duda. Lo sabe la pareja que decide: ya no vuelvas. La disculpa de los empresarios los inhabilitó para el papel público que quisieran tener. Lo saben ellos. Lo sabemos nosotros.
Pero, al margen de que la ley los alcance, aún pueden resarcir su daño, evitar que vuelva a pasar. El divorciado puede evitar meter la pata de nuevo. La tibia evasiva y la exculpación por el (de) nuevo presidente del Cacif no es el camino. Y el reciente comunicado del Frente Ciudadano contra la Corrupción presiona al presidente, pero no señala a sus propios miembros financiadores.
Hoy necesitamos algo que, paradójicamente, no es del futuro, sino del pasado. Sospecho que la maña del financiamiento ilícito no es nueva, aun entre contritos empresarios. Me cuesta creer que esa cadena de donante a empresa, a mediador y a partido sea invento nuevo. Esas cosas hay que saber hacerlas y, para saber, hay que haberlas practicado.
Así que, si Felipe Bosch, Guillermo Castillo, Ramiro Castillo, Herbert González, Stefano Olivero, Salvador Paiz, José Miguel Torrebiarte y Fraterno Vila realmente quieren ayudar, hoy tienen una oportunidad dorada. Sin que los deban forzar el MP o la Cicig, denuncien a los demás políticos corruptos a quienes hayan apoyado. Publiquen las ocasiones en que ustedes, sus socios, amigos o familiares hayan hecho el mismo negocio político.
Este es el momento para cambiar la historia: descalifiquen a cuanto político sucio pulula en el sistema hoy. Señalen a los diputados perversos que entraron al Congreso con su apoyo. Denuncien al alcalde que les recibió la colaboración a cambio de ignorar el caso de su finca. Hablen de la municipalidad que los dejó cambiar el tránsito para entrar a su centro comercial. Cuenten sobre el ministro que actuó como su gestor de trámites.
Con su disculpa ya despejaron la duda: mintieron. Así que no tienen nada que perder. Hagan de lo malo algo bueno. A 18 meses de la siguiente elección precipiten la limpieza del sistema político. Hagan arder esta Roma podrida que construyeron con sus buenas intenciones.
Ilustración: Es broma (2024), Adobe Firefly