Así que rebajaron la categoría aeroportuaria de Guatemala. No, ni siquiera la incluyeron en la lista por categorías.
El programa de los Estados Unidos que evalúa el riesgo de los servicios aeroportuarios encontró que Guatemala no da ni para categoría 2. Van cuatro años sin vuelos directos de bandera nacional entre el país del norte y el muy corazón del mundo maya. Y eso, siendo prioridad el turismo. Pero no se preocupe. A cambio podrá escuchar marimba en el audio del aeropuerto.
El chiste se cuenta solo. Ríase, si le quedan energías tras los sollozos. Y entonces puede buscar culpables. Aunque basta recordar que estos incompetentes ni siquiera saben quién despega de la pista del aeropuerto, aun tras estrellarse los narcos con matrícula robada. O puede esperar inútilmente a que el Ejecutivo inútil despida a algún funcionario inútil, así sea para parecer que hace algo, en vez de crear más oportunidades de corrupción.
Pero mejor no pierda tiempo llorando al muerto cuando lo que importa es entender de qué murió. La Aurora es como el canario en la mina, pero al revés. Es la última señal, no la primera. Cuando deja de funcionar hasta el aeropuerto —joya de la corona del Gobierno porque sirve sobre todo a la élite y al comercio internacional—, sabemos que lo demás está muy mal. No es que el ejército invasor amenace la ciudad sitiada. Es que hace rato la saquea y en nuestro caso es literalmente así. Ahora apenas franquea el castillo señorial.
Hace una semana lo escribí en otro medio: el subdesarrollo es integral. Agarra al pobre en el tugurio, pero alcanza al poderoso en la cárcel. Y castiga al ciudadano —clasemediero o rico por igual— en el aeropuerto.
El problema del aeropuerto no se resuelve en el aeropuerto porque no empieza en el aeropuerto. Como tampoco el problema de los hospitales empieza en los hospitales ni el de las escuelas en las escuelas.
El problema del aeropuerto no se resuelve en el aeropuerto porque no empieza en el aeropuerto.
Tracemos las líneas que unen los puntos. Hay razón por la que aquí la marca-país más precisa sigue siendo «donde te mueres de hambre», mientras insisten en encarcelar y asesinar a líderes campesinos e indígenas. Hay razón por la que un grupúsculo de psicóticos fronterizos encuentra apoyo para asaltar una conferencia de prensa entre el Tribunal Supremo Electoral y la Cicig, aunque la corrupción, el financiamiento ilícito y el transfuguismo ahoguen el sistema político. Hay razón por la que la peor ministra de Relaciones Exteriores en memoria viva nos avergüenza denunciando al embajador sueco y el gabinete borrego la acompaña, aunque los escandinavos sean ejemplo de desarrollo, derechos humanos, productividad y felicidad. Hay razón por la que aún hay gente que dice que nuestro problema es la izquierda y que alguien le haga caso. Cuando no hemos tenido gobierno socialista en más de seis décadas. Cuando el último demócrata cristiano gobernó hace 30 años ¡y vendió la aerolínea del Estado!
Entienda: las aguas ingratas que desde siempre ahogan al pobre y ahora mojan al rico no entraron por el techo sin mantenimiento del aeropuerto. Entraron hace rato por el sótano del Congreso, colándose por las brechas que abrieron los tránsfugas. Fluyen malolientes entre militares que roban armas y narcos que las compran. Corren por canales que cavaron élites antidemocráticas al financiar la vieja política para no dar espacio a nadie que no fueran ellos mismos. Y gotean por miles de pequeños agujeros: el burócrata que recibe el soborno y el ciudadano que lo paga, el feligrés que renuncia a pensar y aúpa al incompetente porque es de su propia Iglesia. El voto inconsciente que se tragó la mentirota del «ni corrupto ni ladrón» y todavía habla de injerencia extranjera en vez de aceptar su error. Esas aguas salobres sudan por los muros del racismo cotidiano de una sociedad que no se admite indígena y mestiza, de una élite que sigue creyéndose criolla.
Si quiere un aeropuerto de primera, deje de rechazar a quien señala que la política hasta aquí ha sido para los pocos. Apoye a quien denuncia y persigue a los corruptos. Si quiere un aeropuerto de primera, deje de preferir otro Arzú y pregúntese por qué con tanto Arzú al mando seguimos como seguimos. Si quiere un aeropuerto de primera, proteste cuando el Congreso impresentable una vez más procure perpetuar el transfuguismo. Si quiere un aeropuerto de primera, proclame que los indígenas y los campesinos son tan ciudadanos como usted. Y entienda que solo tendrá un aeropuerto de primera el día que no haya niños desnutridos en Cuilco y Comitancillo.
Ilustración: ¿Bienvenidos? (2024), Adobe Firefly