Más allá del negocio tramposo

Les tocó su semana a Tigo y al Banco Industrial. Los bastiones del sector empresarial, tanto el alternativo como el ortodoxo, tienen por igual colas que machucar.

Tigo recibió una gentil visita del Ministerio Público para secuestrar su documentación sobre un caso en investigación. La empresa se apura a comunicar que entregó toda la informaciónpedida. Como si alguien estuviera preguntando, que ante una orden judicial es su harta obligación.

Por su parte, resulta que el Banco Industrial se beneficia obscenamente de comprar deuda pública. Y a cambio paga una bicoca en impuestos, menos que usted y yo. Vaya sorpresa. No dejo de recordarle que es el mismo banco que el año pasado tenía la plata para que, de un día para otro, Aceros de Guatemala saliera de su tramposo adeudo al fisco.

El hecho subraya otra vez una particularidad de los negocios aquí: el trabajo del MP y la Cicig es sencillo, de cierta forma, cuando se trata de encontrar evidencias de maña. ¡Dondequiera que busquen, algo encontrarán! Nos hemos acostumbrado a que hacer negocios es hacer trampa. Los negocios grandes nacen, crecen y se expanden predicados sobre una enredadera sofocante y oscura de relaciones entre actores privados y el Gobierno. Estas peculiares empresas no nacerían si alguien no les allanara la ley o les entregara en propiedad los bienes del Estado. No crecerían sin contratos de gobierno, prebendas o beneficios monopólicos. Tienen las utilidades que disfrutan porque, desde lo público y desde la empresa, auténticos vendepatrias se emplean y empeñan en armarles exenciones y excepciones —legales, cuasilegales, incluso ilegales— para evitar su responsabilidad fiscal.

Sin embargo, la cosa corta con dos filos. Corta por un lado porque la conducta descrita no es peculiaridad de estos grandes vividores: todo mundo se ha acostumbrado a hacer trampa. Grandes, pequeños o medianos, ya sin percatarnos. Piense en el «¿va a querer factura?» que con naturalidad y a diario plantean meseros y vendedores, que igual podrían ser: «¿Vamos a evadir impuestos juntos hoy?».

Pero también corta por el otro lado porque no es igual para todos. Los pequeños tienden a hacer trampa porque sin ella ya no alcanzan a sobrevivir en un sistema tan maleado. Los grandes, nomás porque pueden.

Debemos insistir en reconocer el puente que conecta esos grandes mañosos en empresa con los engendros contrahechos que pueblan el Congreso.

Sin embargo, ya no basta seguir denunciando a estos capitanes de empresa, que demuestran más bien ser vulgares cuatreros. Debemos insistir en reconocer el puente que conecta esos grandes mañosos en empresa con los engendros contrahechos que pueblan el Congreso, con los ministros que escamotean el presupuesto público mientras entretienen a un presidente necio. Unos y otros son beneficiarios y reproductores de la misma exclusión que concreta nuestra Ley Electoral, hecha a la medida de los de la foto. Unos y otros son socios en el #PactoDeCorruptos, que a veces pinta como trampa electoral, otras como amnistía de maleantes, pero que siempre implica una misma cosa: negocios para depredar el Estado y apropiarse de los recursos de los muchos a favor de los pocos.

En pocas palabras, no se confunda ni se detenga a hacer diferencias donde hoy pueden esperar. Clase media, movimiento indígena, pequeños empresarios, migrantes, mujeres, activistas homosexuales, jóvenes desempleados, cualquiera que quiere bien y hoy está desempoderado: tenemos un enemigo común. La elección de la junta directiva del Congreso es apenas una primera andanada. El 2018 será la bisagra, la cima de la montaña rusa que nos llevará, cada vez más rápido y si no pasa algo más drástico antes, a las elecciones en 2019. ¿Quién piensa usted que hará las sucias inversiones que requieren las alianzas entre pícaros para descarrilar una Ley Electoral relevante, para asegurar un Ministerio Público complaciente y, sobre todo, para afianzar la maquinaria partidaria sobre la que se montará cualquier pelele —nuevo o viejo, poco importa— que amenaza con volver a entretenernos con su liderazgo falso, con cambios sin cambiar?

Hoy usted y yo tenemos una tarea política. Es una tarea de alianza táctica, de esforzarnos por retomar el espacio de lo público. Es una tarea de financiamiento limpio, por demostrar que hay más empresa que la empresa mañosa y que estamos dispuestos a poner recursos donde cuentan, en una política honesta.

Ilustración: El puente (2024), Adobe Firefly

Original en Plaza Pública

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