Usted y yo somos los más

Tanto triunfalismo hace dudar de la razón. Será que realmente no entendemos cómo funciona el mundo.

Ha de ser que no comprendemos algo y, en efecto, estamos perdidos. Porque sigue en el Congreso la comisión anti-Cicig, a pesar de la prohibición expresa de la Corte de Constitucionalidad. Es difícil tragar tanto cinismo en Jimmy Morales, que dice que el libramiento de Chimaltenango es de altísima calidad. Cuesta explicar el liderazgo de Álvaro Arzú hijo, un auténtico iletrado de élite.

Obliga a dudar de nuestras causas cuando Consuelo Porras se sale con las suyas. Persigue a la exfiscal Aldana y arrastra los pies en el caso de Sandra Torres, ¡y sigue tan tranquila!

No es que estemos perdidos, no es que seamos minoría. Es que estamos fragmentados.

Tanta evidencia de ganar la injusticia hace sentirnos en minoría, en desventaja y abogando por causas perdidas. Se alzan pastores que apañan a Jimmy Morales, ¡y hay quien los siga! Y mientras los empresarios de Fundesa sermonean sobre como fracasan las naciones, apenas un par de días después el Cacif tiene la desfachatez para denunciar el informe de la Cicig y asegurar que «El Sector Empresarial Organizado —entiéndase ellos mismos— es uno de los actores sociales guatemaltecos que desde décadas ha denunciado la corrupción». Y Fundesa, ni pío.

Pero cobremos ánimo: no es que estemos perdidos, no es que seamos minoría. Es que estamos fragmentados.

Dejemos que lo explique el finado José José: «ya lo pasado, pasado». Esta es la división que importa para entender el éxito de la corrupción, de la élite cicatera y la injusticia, por un lado, contra el resto de los que queremos progresar, por el otro. Aquellos miran al pasado, mientras nosotros vemos al futuro.

El pasado tiene una particularidad: es único. Podemos discrepar al interpretar un hecho ocurrido, pero el hecho en sí es uno solo. Por eso, cuando el pasado ha sido corrupto e injusto, la tarea es sencilla para quien quiere seguir en la corrupción y la injusticia. Basta apuntar hacia atrás y pedir más de lo mismo.

Mientras tanto, al futuro hay que construirlo. Podemos disentir en todo. Quizá ambos queremos desarrollo económico, pero usted prioriza el campo y yo la ciudad. Tal vez ambos pedimos democracia. Pero usted privilegia los derechos sexuales y a mi me urge el acceso al crédito. Y así, con el régimen carcelario, el empleo digno, el papel de las mujeres en las artes, las relaciones con China, la protección ambiental o el rescate de perros de la calle. O mil cosas más. Decir sí al futuro es abrir una puerta al universo.

En cambio al que quiere ir para atrás le basta cerrar de golpe esa puerta, le alcanza una sola palabra: no. No a la Cicig. No a Thelma Aldana. No a los indígenas. No al agua limpia. No al gobierno transparente. No a la prisión para megaempresarios. No a la educación. No a modernizar la economía. Simplemente: no.

Sería un lema más veraz

Esa negativa universal basta para unirlos y que parezcan más grandes. En el no se juntan Álvaro Arzú (dipu-hijo), Sandra Torres (política), Juan Carlos Tefel (industrial) y Cash Luna (empresario de la religión). Y con eso les basta, a pesar de que cada uno quiere algo distinto. Arzú cumple lo que le mandó su papá para seguir mamando de la teta del Estado. Y para eso basta decir no a la justicia. Torres quería ser presidenta a toda costa y para eso (creía) le bastó decir no a limpiar la política. Tefel insiste en evitar impuestos y cárcel para sus compinches y para eso basta decir no a la Cicig. Luna quiere esquilmar feligreses sin respiro. Y para eso basta decir no a rendir cuentas.

Por eso reconozcamos: se distrae el seguidor del MLP que se alegra cuando Semilla tropieza con un comunicado tibio por el 12 de octubre: juntos son más, diciendo sí al futuro. Se confunde el adalid de los derechos sexuales que denuncia al político cauto, que sabe que sin conservadores religiosos no ganará la elección. Juntos son más, diciendo sí al futuro. Se pierde el técnico de derechas que se suma al gobierno cuestionable porque discrepa en finezas del programa económico con colegas más radicales. Juntos son más, en un debate económico que dice sí al futuro.

Aún hay tiempo, siempre hay tiempo si entendemos. Usted y yo somos los más diciendo sí al futuro. Somos muchísimos más que la colección granuja que insiste con el no. Pero nos seguirán ganando con el no, si dejamos que nuestras legítimas diferencias nos fragmenten políticamente.

Imagen: Vincent Van Gogh (1888). El puente de Langlois en Arles con lavanderas

Original en Plaza Pública

Verified by MonsterInsights