La novedad de la semana pasada fue que los fiscales de los partidos mafiosos, es decir la mayoría, se pusieron de acuerdo en esconder el nombre de sus diputados de la papeleta de listado nacional y distrito de Guatemala.
El Tribunal Supremo Electoral, ejemplar de compadre hablado, abrió la puerta del potrero al preguntar sin necesidad, y gustoso dejó escapar al animal cuando le contestaron. Así que hoy la ciudadanía votará a ciegas por gente tan impresentable como Jimmy Morales y Sandra Jovel, nombrando apenas dos de los más repugnantes.
Es apenas una raya más para el tigre, cuando todos los pasos del proceso electoral han sido sistemáticamente viciados: una cuestionable elección de magistrados del TSE, exclusión arbitraria de candidatos incómodos, arrastrar los pies en el empadronamiento de jóvenes, ignorar el voto en el exterior, dar indicios de corrupción en la compra del sistema de datos e incorporar de gente cercana a los partidos en las juntas electorales. Así que no sorprende que la definición de papeletas sea ocasión de torcer otro poco el asunto.
A partir de 2015 la componenda entre élite política y élite económica decidió condenar a la democracia guatemalteca a la antigua tortura y ejecución china del Ling Chi, la muerte por mil cortes: cruel, lenta, dolorosa y deshonrosa. Y, más temprano que tarde, letal. Hoy apenas vemos la dimensión electoral de esa ejecución.
Lo que sorprende (al menos a este perpetuo ingenuo), es la poquísima iniciativa de la oposición ante tantos y tan repetidos abusos. En el brutal encuentro entre aspiración ciudadana y Estado perverso, las actuaciones de la oposición se reducen a simples reacciones: solo cuando los miembros del bien nombrado pacto de corruptos ya han cometido un nuevo abuso alcanzan a decir algo. Y encima, la reacción es penosamente repetitiva: pedir a las instituciones públicas —sí, a las mismas que ya cooptaron los mafiosos— que enderecen el entuerto. Buena suerte con eso.
Véalo para el caso: el TSE, mafioso, pregunta a los fiscales de los partidos mafiosos cómo quieren la papeleta. Los fiscales, mafiosos pero no lerdos, responden con esconder a sus candidatos mafiosos. Y va para adelante. ¿Y la oposición? ¡Pide al TSE que revierta el golpe dado! ¿Por qué no aprovechan y de una vez le piden un unicornio que defeque confeti de colores?
Lo que necesitamos no es una oposición reactiva, siempre un paso detrás de las trampas ya consumadas.
Con menos inquina me explico: lo que necesitamos no es una oposición reactiva, siempre un paso detrás de las trampas ya consumadas. Eso apenas es jugar en la cancha que rayaron los tramposos, por definición en desventaja ante sus reglas torcidas. Y encima revela que la única arma en el arsenal opositor pareciera ser reclamar justicia ante instituciones que no tienen intención alguna de darla.
Necesitamos una oposición que no espera la movida del contrincante para actuar, sino que toma la iniciativa y así obliga a la mafia a revelar los límites de sus ideas. Los únicos que lo han ensayado, no sé qué tan adrede, son el MLP: poner sobre la mesa un binomio presidencial inaceptable para los poderosos obligó a estos a hacerse tan obvios que se les arruinó la discreta manipulación electoral que preferirían. Por extensión lo muestra también el enroque de Ninotchka Matute1 con Juan Francisco Solórzano Foppa en la candidatura a la alcaldía de Guatemala. Cuando el poder inventó razones espurias para excluir a Foppa, seguir adelante poniendo a Matute hizo muy visible que la élite necesita apuntalar hasta con chicle y saliva el deslucido gobierno unionista.
Sin embargo, hace falta mucho más. Por ejemplo, ¿cuál es la iniciativa ante los migrantes? No me diga que ofrece más servicios consulares, cuando aquellos lo piden desde siempre, que será pura reacción. ¿Y ante la desnutrición, otra vez repartir alimentos? Duele de tan obvio como reacción. Y así, ante tantos otros temas y, sobre todo, segmentos de votantes.
Como si no fuera evidente que Guatemala está en aprietos graves, lo subraya el que la iniciativa hoy esté en manos de Carlos Pineda. Este aliado de Baldizón se desmarca pintando una caricatura soez y machista del outsider, igual o peor que la que vendió Jimmy Morales, con lo que promete resultados idénticos a los de hace 4 y 8 años: un ganador enteramente domesticado.
Con menos de dos meses para las elecciones generales urge que la oposición —que en Guatemala prácticamente significa solo partidos de izquierda— tome la iniciativa, dé a conocer su espacio de autonomía y rete con alguna eficacia al poder perverso.
Notas
1Aviso de transparencia: soy afiliado del Movimiento Semilla.
Ilustración: Y… se fue (2023, con elementos de Dall-E)