Tag: corrupción

  • Un poco de fútbol para sacar lecciones del caso Transurbano

    Un poco de fútbol para sacar lecciones del caso Transurbano

    Como tapabocas de netcentero paracuandista ya es ganancia la noticia: el presidente y diez ministros de estado del gobierno de la UNE, capturados por su presunta implicación en el #CasoTransurbano. Espero que al menos nos ahorre la cantaleta de los insensatos que usaban la UNE como excusa para apoyar el #PactoDeCorruptos.

    El Ministerio Público y la CICIG mostraron que para actuar se toman el tiempo necesario, no el que quieren los intereses políticos de un bando u otro. Si usted quiere entender el fondo jurídico del asunto, esta entrevista de hace dos años en La Hora ofrece algunas luces.

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  • Impacientes, infantiles

    Impacientes, infantiles

    Somos cada uno al menos dos personas: el que quiere las cosas ¡para ya! y el que sabe esperar. La ciencia ha demostrado1 que en cada uno habitan al menos dos versiones de nosotros mismos. Si no en realidad, ciertamente por los resultados que perseguimos. Todos podemos dar fe de la razón que tiene. El yo previsor abre una cuenta de ahorro a plazo fijo para protegerse del yo despilfarrador. El yo perezoso pelea por la mañana con el yo de buen juicio que sabe que debe ir al gimnasio o salir a correr para mantenerse sano. Y aquel gana más veces de las que queremos reconocer.

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  • Álvaro Arzú y la curva de rendimiento decreciente

    Álvaro Arzú y la curva de rendimiento decreciente

    Dudo muchísimo que usted y yo pasemos un solo día, no digamos toda la vida, sin mentir. Así sea de oficio para reconfortar a un ser querido en un momento de adversidad.

    Así que tire la primera piedra si usted no lo hace. De igual forma, supongamos que es cierto que es imposible deshacerse de toda corrupción, que incluso incurrimos en ella porque no hay más remedio. Este es un caso especial de una idea más amplia: que hasta cierto punto la corrupción es funcional. Aunque sea para sobrevivir.

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  • Sociedad corrupta

    Sociedad corrupta

    Se armó la de Troya. Anders Kompass, embajador de Suecia, dijo que para combatir la corrupción necesitamos «medicina fuerte».

    Ante el reporte inexacto, amigos y enemigos malinterpretamos que se refería a la nuestra como una «sociedad corrupta». Saltaron inmediatamente los seculares y fascistas promotores del malhadado honor patrio. Otros, queriendo rescatar nuestra dignidad buenchapina (usando el sardónico pero preciso término de Juan Pensamiento), señalaron que no puede condenarse a toda una sociedad cuando el problema es de instituciones.

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  • Más allá del negocio tramposo

    Más allá del negocio tramposo

    Les tocó su semana a Tigo y al Banco Industrial. Los bastiones del sector empresarial, tanto el alternativo como el ortodoxo, tienen por igual colas que machucar.

    Tigo recibió una gentil visita del Ministerio Público para secuestrar su documentación sobre un caso en investigación. La empresa se apura a comunicar que entregó toda la informaciónpedida. Como si alguien estuviera preguntando, que ante una orden judicial es su harta obligación.

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  • Estrella de la muerte

    Estrella de la muerte

    ¿Para qué ir al cine a ver La guerra de las galaxias cuando aquí tenemos una serie interminable de escaramuzas entre buenos y malos?

    Está completo el elenco para la serie de fantasía ficción: entusiastas bandas de jóvenes valerosos, senadores corruptos, líderes asmáticos ocultos tras máscaras negras y tenebrosos emperadores que apenas insinúan su mano roñosa. Y por supuesto, una gigantesca máquina de muerte.

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  • Ser un canalla es opcional

    Ser un canalla es opcional

    Se puede ser gerente de una mina. Alguien debe serlo. Porque alguien tiene que sacar de alguna parte los minerales que necesitan los celulares que todos queremos. Pero ser gerente y ordenarle al jefe de seguridad que persiga a los vecinos que se oponen es opcional. Porque ser un canalla es opcional.

    Se puede ser sindicalista. Los intereses de los empleados necesitan representarse con firmeza ante empleadores y Gobierno. Pero vender el apoyo sindical al mejor postor es opcional. Chantajear a cada gobierno con una huelga magisterial para poner de rodillas al Ministerio de Educación es opcional. Porque ser un canalla es opcional.

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  • Cómo ganar amigos e influir en los demás (o de idiotas e «idiots»)

    La semana pasada nos dejó dos noticias que ilustran —para mal— la relación de los Estados Unidos con Guatemala. La primera es conocida y específica. La segunda, oscura, pero de alcance general y nos afecta también.

    La noticia de la que todos nos enteramos fue la torpeza de tres diputados y de un amigo del presidente al contratar una empresa de cabildeo —lobby, dicen en inglés— posiblemente para influir sobre congresistas estadounidenses y procurar el retiro del embajador de ese país, Todd Robinson. La desesperación lleva al error, y el diputado Linares Beltranena —generalmente tan sagaz como malintencionado— y sus compañeros tropezaron mal. Buena seña para quienes queremos una Guatemala más justa, pues sugiere que la presión sí afecta a los pícaros.

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  • Respuesta equivocada

    La Fundesa y su élite empresarial deberían escarmentar en pellejo ajeno, aprender la lección que la historia escribe sobre la carne y la vida del mismo presidente: no se puede pedir a los demás el cambio sin cambiar uno mismo, no basta querer el bien sin asumir su costo.

    Me preocupa mi peso, pero me encanta comer. Así es para todos: vivimos en contradicción, somos la contradicción. Es imposible ser de otra forma.

    Pero algunas contradicciones acarrean más consecuencias que otras. Mi batalla cotidiana con las calorías da más risa que preocupación, aunque pudiera terminar como Tomás de Aquino. En cambio, si dijera amar a mi pareja para luego traicionarla con otra persona, la contradicción tendría efectos graves.

    Así también hacen mucho daño las incongruencias de quienes tienen la mano en el timón de la política o juegan con las grandes finanzas. Causan mucho pesar las inconsecuencias de quienes afectan la vida y la prosperidad de muchos. No todas las contradicciones son iguales.

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  • Lista de pendientes

    Finalmente estamos usted y yo, ciudadanos, cuando hacemos trampa. No porque vengan tras nosotros doña Thelma y don Iván con sus escuchas telefónicas y sus investigadores acuciosos. Somos poca monta. Pero somos muchos y nuestras corruptelas cuentan.

    Poco a poco Iván Velásquez y Thelma Aldana evacúan la agenda. Las tareas en esa agenda son todas iguales: encontrar con cuidado la punta del hilo y comenzar a deshacer el ovillo del crimen, de la corrupción enquistada en el Estado.

    Su tarea —sobre todo para el comisionado Velásquez y sus colaboradores en la Cicig— no será terminar de desenmarañar cada hilo, cada caso de los muchos que nos ahogan. Eso nos toca a nosotros, los ciudadanos. En la plaza y en la opinión pública, con la denuncia y en los tribunales, en las urnas y desde los partidos políticos.

    Tiene sentido, como hasta ahora, buscar los hilos en las madejas más obvias. Deshilachar los nudos que están a mano: el gobierno corruptísimo de Pérez Molina y Baldetti, un Congreso cínico y procaz, un gabinete ladrón.

    Se hace obvio, sin embargo, que de allí parten zarcillos hacia otras marañas. Como bobinas, dos comienzan a girar mientras los investigadores tiran del hilo. Primero el empresariado, que convirtió los contratos del Estado en la excusa perfecta para ganar plata sin competir y que pervirtió las leyes y las instituciones para proteger esa incompetencia. Comienza también, ¡al fin!, a ceder la madeja del monopolio de los medios de comunicación. Allí está la punta del hilo de las lesivas y opacas concesiones de la TV y la radio, esos tratos vendepatrias que entregaron por décadas la voz, la información y la conciencia de la sociedad entera a unos pocos malintencionados a cambio de que allanaran el camino al palacio para el pícaro de turno. El tema es importantísimo no solo por recuperar el equilibrio en las elecciones. La democracia necesita una prensa que nos refleje en nuestra diversidad, en nuestras diferencias. Además de recuperar concesiones, hay también que desenmarañar una Ley de Telecomunicaciones que margina la radio comunitaria y reconocer la lesividad leguleya que dejó al Estado sin ancho de banda para atender el interés público. Toca espantar a la canalla que quiere quedarse con más radiofrecuencias en la más grande opacidad.

    Pero es apenas el principio. Porque luego están los temas en que se ha encontrado el hilo, pero aún no se devana. Como el Ejército —sí, todo él—, donde la abundancia, el poder y la opacidad tienen décadas dándose cita en latrocinio impune. ¿Cuánto tendremos que esperar para ver un oficial digno, que se niegue a seguir ese juego vil y lo denuncie?

    Como la corrupción municipal. Tantas localidades —grandes, medianas y pequeñas, las hay en todas las escalas— sofocadas por un cacique ladrón —criollo, ladino, indígena, los hay para todos los gustos— que con nombre de alcalde abusa sin control ni medida y a cambio da solo bagatelas y kermeses. Alcaldes que evaden su responsabilidad para con el agua limpia, la salud, la educación y drenajes que funcionen.

    Finalmente están los pendientes, para los cuales el tiempo, la información o la oportunidad no han dado lugar —aún— de encontrar ni la punta del hilo. No porque el ovillo no exista. Simplemente porque no puede hacerse todo a la vez. Pienso en la Universidad de San Carlos, llamada a mejores cosas, que concentra el 5 % de todos los dineros públicos, pero a cambio rinde pocas cosas buenas y muchas malas. Pienso en sus líderes, que comercian apoyos políticos en una burbuja autocomplaciente y opaca mientras apañan la trampa política y falsean el mandato de llegar a los más necesitados.

    Pienso también en el sindicalismo mercante, que instrumentaliza al trabajador, cuyas justas y urgentes necesidades tornaron en moneda para transar con políticos y autoridades. Un sindicalismo de consigna vacía, chantaje y tráfico de puestos.

    Finalmente estamos usted y yo, ciudadanos, cuando hacemos trampa. No porque vengan tras nosotros doña Thelma y don Iván con sus escuchas telefónicas y sus investigadores acuciosos. Somos poca monta. Pero somos muchos y nuestras corruptelas cuentan. Los miles de abusos laborales, como el dueño del restaurante que se queda con las propinas del personal. Los millones de evasiones, como la factura no exigida y la factura negada. Allí, cotidianamente, anudamos la maraña de una sociedad corrupta. Damos verdad al lema que dice que #EsElSistema.

    Así que tengan Iván Velásquez y Thelma Aldana larga vida, brazo fuerte y ojo claro, que sus esfuerzos sirven mucho y en tantas cosas. Y que detrás vengamos los ciudadanos honrando su empeño con el nuestro.

    Original en Plaza Pública

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