Seis años con criterio

El radio diario de noticias y comentario ConCriterio ha llegado a 6 años de transmisión. Yo me sumo a las más que bien merecidas felicitaciones a todo su equipo.

Han pasado ya la media década Pedro Trujillo, Claudia Méndez Arriaza y Juan Luis Font, sus conductores, apoyados en sus reporteros y producción, para darnos la «información, análisis y debate» que ofrece su lema. En un período clave (¿cuál no lo es?) de la malhadada historia guatemalteca (¿cuándo no lo ha sido?) han documentado lo bueno y lo malo, los hechos y las ideas.

En particular el programa ha registrado las interpretaciones: la forma en que las personas representan los hechos y las ideas y, en hacerlo, depositan una capa más de lo que algún día llamaremos historia.

Es de aplaudir el atrevimiento del nombre, porque mientras que la mayoría de medios se arropan en títulos neutros o vagos —como nación, libertad o tiempo— este diario admite lo que todos hacen: los periodistas examinan lo que sucede, acotan los hechos según su discernimiento y cada uno se posiciona con respecto a ellos explícitamente y según su propio criterio.

En ese ejercicio hacen gala de buena práctica periodística —procuran presentar datos, insisten en documentar hechos— y también, a veces para bien y otras no tanto, de la retórica como técnica y arte para presentar argumentos y persuadir. El resultado es un formato tan entretenido como informativo: mitad noticiero y mitad función de lucha libre; porque, aunque sean artistas, los golpes igual duelen. Máscara contra cabellera, es casi imposible no tomar partido y a grito herido aupar al propio y abuchear al contrincante.

Pero ConCriterio hace más que dar noticias y entretenernos en ello. Incluso sin considerarlo, levanta un espejo que, en sí mismo y en las imágenes que proyecta, condensa la materia social de la que están hechos su plantel y también su público.

Como audiencia no alcanzo a descifrar lo que hay tras bambalinas, pero la puesta en escena ayuda a entender. Dos guatemaltecos y un español chapinizado, una minoría de mujeres, ningún indígena en el proscenio, un hijo del interior, una combinación de periodistas de escuela y gente formada en la práctica. Adrede o quizá porque es difícil escapar de lo que somos, ConCriterio ha logrado decantar en un espacio mínimo la composición arquetípica de la clase media urbana guatemalteca.

Más interesante aún que su extracción resulta lo que piensan los conductores. O, al menos, lo que expresan e interpreto yo. Han conseguido reunir en la cabina desde el liberalismo que toma posición y luego busca el argumento (aunque a veces no haya base sociológica, psicológica o neurocientífica que lo sostenga), pasando por la incómoda (o más bien elidida) convivencia entre religión y derecho racionalista, hasta la paulatina toma de conciencia de que se está en la izquierda aunque no se pueda admitir, porque eso queda fuera del reducido repertorio de pensamiento político que se permite al buen guatemalteco. En otras palabras, ¡son lo que somos, clasemedieros guatemaltecos! Y lo son de forma espléndida.

Finalmente, al celebrar a ConCriterio no basta considerar a su gente y sus argumentos. Al relatar las noticias no solo han anotado los hechos y los han interpretado. Al denunciar la corrupción ellos mismos se tornaron en la tablilla de arcilla en la que el escriba hunde su afilado estilete al inscribir las órdenes del poder. Por eso hoy uno de sus conductores debe participar desde fuera de Guatemala, porque en él el poder escribió esta noticia: ni siquiera desde la clase media acomodada se pueden cuestionar las fronteras del coto protegido de la élite y sus socios corruptos.

Al denunciar la corrupción ellos mismos se tornaron en la tablilla de arcilla en la que el escriba hunde su afilado estilete al inscribir las órdenes del poder.

Y por eso también iniciaron —afortunadamente con éxito— el nomadismo desde una estación en que no pudieron renovar el contrato de transmisión, porque de esta forma el poder en Guatemala sentencia —la letra con sangre entra, su voluntad con letras se escribe— que usará lo que tenga a mano para que nadie, nunca, en ninguna parte, de ninguna forma, para nada, los contradiga y muestre su cobarde malicia.

Por fortuna, en ConCriterio ni creyeron ni hicieron caso a ese poder. Al menos por ahora continúan el temerario equilibrio que exige correr por el lomo estrecho de la bestia que es nuestro Estado perverso. Y suficientes anunciantes se animan a acompañarlos en esa aventura. Queda en nosotros, su audiencia, reflexionar que una prensa así es indispensable en una nación para todos. Y que es nuestro papel construir una sociedad en la que tal prensa pueda vivir y prosperar.

Ilustración: Reportar desde la jungla (2023, con elementos de Craiyon.com)

Original en Plaza Pública

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