Pongamos luz en los puntos ciegos: el suicidio

Afortunadamente el suicidio sí es manejable. Pero debemos primero animarnos a nombrarlo, a reconocerlo y quitarle el estigma que nos ahoga en silencio.

El prejuicio y la marrullería política a veces nos confunden, insinuando que no todos somos iguales. La justicia arbitraria y los servicios disparejos parecen decir que algunos dolores son más legítimos que otros.

Pues bien, hoy es ocasión para fijarnos en nuestra común humanidad. El 19 de noviembre se celebra el Día de los Sobrevivientes de Suicidio. No, no se refiere a quien pudiera haber sobrevivido un intento de suicidio; se trata de quienes, por toda la vida, cargarán con el dolor de la pérdida de un ser querido que sucumbió por su propia mano.

Aunque (¡nuevamente!) nuestras estadísticas son incompletas, tanto por los malos registros como por la reticencia a reportar los casos de suicidio, este problema silencioso se extiende por la sociedad sin distinguir clase, ingreso o estirpe. Es un territorio plagado de mitos. Creemos que los que hablan de suicidio no lo cometerán, o que el suicidio es muestra de locura o debilidad. Imaginamos que quienes terminaron suicidándose no querían ayuda, o que hablar del suicidio sólo servirá para inducir a algunos a actuar según sus intenciones. Pero no es cierto.

El suicidio está íntimamente relacionado con el entorno social. Sabemos que por cada mujer que logra suicidarse, son tres los hombres que lo hacen con éxito. Pero sabemos también que por cada hombre que intenta suicidarse, hay cuatro mujeres que procuran quitarse la vida. ¿Por qué? Porque los hombres tienen más acceso a recursos efectivos de muerte, pero más mujeres enfrentan causas que empujan a tomar una decisión terrible.

Lo que debemos entender es que el suicidio no es deseado en sí mismo. Para el suicida, es la última salida a un problema que se ha hecho insoportable e irresoluble. Y es aquí que el tema que podría parecernos tan marginal, tan de otra gente, se acerca a nosotros. La depresión predispone al suicidio. La agresión escolar (el “bullying”) resulta un antecedente común en niños y jóvenes suicidas. El abuso y la violencia doméstica, y los problemas financieros y de relación agregan otro tanto a las causas entre mujeres y hombres. Las adicciones predisponen, y la disponibilidad de armas en el hogar facilita el logro del suicidio. Con esto comenzamos a reconocer en nuestra sociedad el caldo perfecto de riesgo, en el cual el suicidio no es sino el caso límite. Al punto que no podemos ignorar el problema.

Afortunadamente, el suicidio sí es manejable. Pero primero debemos animarnos a nombrarlo, a reconocerlo y quitarle el estigma que nos ahoga en silencio. Reconozcamos que esa persona que nos habla de querer la muerte y de la inutilidad de su vida está pidiendo ayuda a gritos. Sabemos que ser flexible y poder hablar de los problemas reduce el riesgo. Ayuda el tener opciones y acceso a la atención médica y psicológica, y tener en vigencia normas que restrinjan el acceso a las armas y productos venenosos. Importa mucho el apoyo de los familiares.

Sobre todo ayuda que haya gente que, desde la sobrevivencia personal o desde el compromiso profesional, salgan de su zona de confort, tomándose el trabajo de decirnos: ¡ea, mira, aquí hay algo qué hacer! Con alegría y con juventud se empeñan en lo que nadie les pide y todos necesitamos. Se han lanzado nuevamente a marcar nuestros calendarios con la celebración del Día de los Sobrevivientes del Suicidio. Hoy 20 de noviembre agregan una nueva táctica, con una caminata sobre la Sexta Avenida. Saldrá a las 6pm de la 14 calle, para terminar en la 8va calle frente al Portal del Comercio.

¿Ve cómo vuelven a salir los temas grandes de política, ley y sociedad, la urgencia de una educación que nos haga flexibles, el acceso a los servicios de salud, el control de las armas, la urgencia de participar, movilizarnos y actuar donde otros sólo condenan? No podemos desentendernos. Aún más, no podemos dejar solos a los sobrevivientes, a ningún sobreviviente. Aunque sea con otro nombre, enfrentando otras guerras muy personales, ellos y ellas somos todos nosotros.

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Si usted o un familiar enfrenta el reto del suicidio, no está solo. Contacte hoy a quienes le pueden ayudar. Y si no lo necesita, pues tampoco los deje solos a ellos. Para empezar, infórmese y acompañe la caminata (puede llamar al 2318-1270 para pedir más datos), o vincúlese a las jóvenes de PsiChi (https://www.facebook.com/PsiChiGuatemala), que apoyan a la Asociación Ama Vida (https://www.facebook.com/Amavidagt) en este esfuerzo. Me consta su entusiasmo y su tenacidad.

Original en Plaza Pública

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