Ola ke ase, progre ke ase

La cosa aquí no cambia porque los únicos con el valor para salir a la calle en masa son los campesinos y los indígenas.

Ahora que tengo su atención, ¿qué hace allí tranquilo, viendo que la campaña electoral ya empezó? A dos años y medio, tan solo esperando que Baldizón llegue a Presidente, porque en este sistema podrido “le toca”.

Usted, periodista investigativo, no alcanza con destapar la movida turbia. Se podrá quedar virtualmente ronco de denunciar, que igual el puerto, la mina y los dineros de la municipalidad irán a parar en manos de los de la foto; y la justicia también. Salga a encontrar a la gente que pueda hacer el cambio, cuente su historia. Los buenos necesitan encontrarse, conocerse y aprender a trabajar juntos.

Lectora, columnista, (¡ex-columnista de Plaza Pública!), usted que como yo piensa haber salvado sus principios ante la intromisión de la Iglesia en los medios y el Estado, o al pintar las muchas facetas del racismo chapín. A los guerreros de los mupis poco les importa lo que piensan Dios y el Diablo cuando se trata de candidatos. Igual alguno llegará a la Casa Presidencial. Eso, si Pérez Molina no la entrega antes a alguna empresa, como ribete de negocio. No bastará quedarnos entibiando la afamada nalga, gastando los dedos en las teclas para señalar la malicia de los malos y la desidia de los buenos. Me pregunto si tendremos los arrestos para salir a arrancar diputaciones y alcaldías de las garras del narco, del clientelismo y el negocio turbio, en nombre propio o de algún bueno. Quizá tenía razón Arjona…

Hijo de la élite, empresario modernizante, privilegiado beneficiario de una formación extranjera, usted que sabe que esto que le heredaron es una finca maligna −aunque no se atreva a decirlo en público−, basta ya de entretenerse con foto-oportunidades para levantar el ánimo, tapando el Sol con un dedo. Espero que no se conforme con poner plata en todos los partidos porque ni modo, así se juega este juego. Es hora de gastar su hacienda, a lo Warren Buffet, para cambiar Guatemala. Deje de hacer lo fácil, cuestione a su clase, y busque a los candidatos perdedores: esos que debieran subir pero no van a ninguna parte porque los “buenos” no le apuestan a los honestos, y menos a los diferentes. De lo contrario, no se engañe con que usted es mejor. Y por favor, después no alegue por los noruegos, si no quiere poner la plata para cambiar.

Profesional clasemediero, de qué sirven el cinismo y la indignación, si igual le están robando la democracia debajo de su nariz. Quejarse al calor de los tragos es alegre, pero no basta con desentenderse del voto porque no le gusta ninguno de los candidatos. Qué bonito, qué cómodo. Y usted, señora de fervor religioso, que quiere ser buena pero igual tiene empleada domesticada. Se horroriza de los gays, pero no deja de ser racista, ni anima a sus hijos al activismo político.

Funcionario bueno. Sí, usted que está dando resultados en la administración pública mientras las instituciones se derrumban a su alrededor, ¿cuál es el plan? ¿Retirarse en un par de años a la vida privada habiendo cumplido con la patria?

En fin, más vale reconocer y enfrentar nuestra responsabilidad. Si las cosas no cambian, no será porque Baldizón otra vez hace campaña anticipada. No será porque Pérez Molina entrega concesiones como si fueran brasa ardiente, o porque sus compadres militares alargan la mano con su absurda “industria militar”. Tampoco será por los diputados que se siguen vendiendo al mejor postor. Ninguno de ellos tiene razones para cambiar.

No se engañe. Mientras nos entretienen negando los crímenes de nuestra historia, los de siempre siguen en lo de siempre: robar. La cosa aquí no cambia porque los únicos con el valor para salir a la calle en masa son los campesinos y los indígenas. Y encima los llamamos terroristas obstructores del derecho a andar en auto. Francamente, qué estrechez la nuestra.

Usted y yo, rectos, probos, urbanos vecinos ejemplares, no nos tomamos la molestia de arruinar nuestras vidas en el fango de la política, armando bulla frente al Congreso o haciendo proselitismo para ocupar una curul en lugar de una partida de ingratos. ¡Va pues, aunque sea financiando al que lo quiera hacer! Así que después no me salga con que no están dadas las condiciones, o que aquí igual las cosas nunca cambian. Aquí los que no cambiamos, los que no damos las condiciones, somos usted, querido lector, y yo.

Original en Plaza Pública

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