Necesitamos señales creíbles de cambio

Escéptico yo, tendré que ver cosas más concretas, un Presidente y un partido que hacen las cosas que cuestan.

En la sabana africana, los machos de las gacelas se acercan peligrosamente a los leones, y brincan frente a ellos, retándolos. Con ello demuestran que están en buena condición física y que son partido idóneo para las hembras. De paso avisan al león que no vale la pena perseguirlos. Sólo los que van en serio se pueden dar el lujo de hacer alarde, pues si el león se levanta, tocará correr.

El ejemplo ilustra lo que han sabido los biólogos por algún tiempo: las señales sólo son creíbles si son costosas. Igual en los asuntos de Estado: para ser creíbles, hay que hacer cosas que cuestan, pues como se suele decir, hablar es fácil.

Pocos con la información necesaria negarían que Guatemala necesita cambiar. Queremos una patria segura, próspera, sin hambre, democrática y donde vivamos en paz. Mientras tanto, tenemos una tierra violenta, desigual, hambrienta, excluyente y donde el conflicto está a flor de piel. Quisiéramos quizá Noruega o Singapur en Centroamérica, pero llegar allí tomará mucho tiempo y mucho esfuerzo. Lo importante, sin embargo, es que se dé el viraje y se cambie del carril “fracaso” al carril “mejora”.

En ese contexto, el partido de gobierno entró diciendo que “vamos al cambio”. Pero todo político con dos dedos de frente habla de cambio. La pregunta no es si la gacela dice que saltará frente al león, sino que salte en efecto frente a él. ¿Qué nos dicen las señales y a cuáles podemos creer? Pasemos revista de lo que va del año.

El presidente en campaña habló de mejorar Mi Familia Progresa -única innovación efectiva de política social garantizada en el último régimen- pero luego la evisceró. Habló de hambre cero, y cuando al fin parió ese monte, nació el ridículo ratón de pasar el sombrero para que cada uno regalemos cincuenta quetzales. La educación, con urgentes necesidades de cierre de brechas de inequidad en acceso, cobertura y calidad, se pierde en vez en una discusión de formación docente que en el mejor de los casos no rendiría frutos antes de 2014. El Ministerio de Salud es un banco quebrado, sin que nadie siquiera mencione el verdadero nudo, que está en el IGSS. Y el golpe de efecto de la propuesta de despenalización de las drogas, pues ha quedado más en golpe, que en efecto.

Sin embargo, se atentó eficazmente contra los Archivos de la Paz. Se sentó un militar en gobernación civil, y la tasa de homicidios, que ya venía bajando, pues sigue su curso. Se preparó una propuesta de reforma constitucional “tómelo o déjelo” como un auténtico ejercicio de oligarquía intelectual, sin mujeres, sin indígenas, sin jóvenes, sin ciudadanos rurales. Peor aún, en medio del deterioro que ahora sufre la propuesta de los sabios, sigue incólume un artículo constitucional que hace permanente al Ejército (entonces, ¿por qué no se decreta también la permanencia del Ministerio de Educación o del Hospital Roosevelt?).

A pesar de ello, me dicen que se fueron de la propuesta el fondo soberano y de regalías mínimas fijas para el Estado en la explotación de recursos naturales,# -so protesta del rico y el oligarca- pero se sigue criminalizando la protesta popular y del pobre. Si no, que lo nieguen en Santa Cruz Barillas y entre los equivocados normalistas.

Se negoció a oscuras el usufructo del Puerto Quetzal, y se hizo alto nomás porque la interrupción de operaciones por los sindicalistas salía bastante más cara que cerrar cuatro escuelas normales. Finalmente y como tapa del pomo, en medio de un sistema político donde el Presidente es el caudillo del partido y los diputados se alinean, ha quedado en nada la flagrante indecencia de un diputado corruptor, a pesar de estar grabado en audio y ser confeso.

Saque la cuenta entonces. ¿Cuáles son las señales creíbles y cuáles no? Escéptico yo, tendré que ver cosas más concretas, un Presidente y un partido que hacen las cosas que cuestan. Para pensar que se trata de cambios en serio, no bastará una rimbombante “ruta del cambio” que solapa más de lo mismo.

Original en Plaza Pública

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