Libros, alma

Desde Mi osito Teddy hasta los cuentos de Carver, desde los tratados de filosofía hasta los cómics, los libros recorren los más profundos recovecos de nuestro ser y constituyen prueba fehaciente de nuestra humanidad.

Mi osito Teddy

Era un librito delgado, de letras grandes y dibujos cursis. Describía la cotidianidad de un niño pequeño y de su oso de peluche. Mi madre aseguraba que con él aprendí a leer solo. Tantas veces insistí en que me lo leyera que al fin lo memoricé. Luego, descifrar las palabras no fue sino ver dónde estaban los espacios.

Ina und Udo

Soy hijo de una pareja de músicos. Apreciaban la cultura antes que el dinero. No era difícil, pues entre dobles empleos y clases particulares la plata no sobraba. Tampoco ayudaría al presupuesto el que, fieles a su clase media, nos pusieran a mi hermano y a mí en un colegio bilingüe de élite, donde el alemán era materia obligada.


Ina und Udo, con sus letras redondas y dibujos de chicos rubios en pantalones de cuero, fue mi introducción al idioma. Igual podría haber estado escrito en marciano, pero saber leer en español ayudó. No en vano la ciencia insiste: hay que aprender a leer en el idioma materno. No hay excusas, pues el alemán, como el castellano y los idiomas mayas también, son generosamente fonéticos. En mi caso bastaron las orientaciones de la amable frau Steel y la temible frau Dudel para abrir la puerta de Grass, de Hesse y de Frisch, aunque luego se oxidaran los goznes por falta de uso. Años después descubriría que mi abuelo, mitad alemán, también aprendió a leer con el Ina und Udo allá por 1886.

Semiología de Surós

La semiología médica es un idioma sutil. Combinando un vocabulario de signos y síntomas con la gramática fisiológica y la prosodia de los ritmos vitales, el médico lee su diagnóstico en el cuerpo doliente.

Hoy la semiología médica pareciera un idioma en extinción. Los exámenes bioquímicos, las tomografías y otras maravillas tecnológicas conspiran para hacerla obsoleta. Los clínicos que aún la priorizan son como latinistas que preservan con primor una lengua arcaica. Hablan de ataxias y borborigmos, cloasmas y pectoriloquias. Hablan con Galeno, Ibn Sina y Paracelso.

En la facultad de Medicina, juventud y prisa apenas daban para pasear superficialmente por el Surós. Era como hojear una biblia de Gutenberg en medio del mercado de la Terminal. Pero años más tarde todavía encuentro gusto ocasional en leerlo, en aprender a leer el cuerpo.

El nacimiento de la clínica

Cuando pensaba que lo había entendido todo, Foucault tomó cada frase y le dio tres significados a la vez. Combinados en largos párrafos, los significados se multiplicaban hasta el infinito. La clínica, práctica que parecía tan obvia al médico novel, resultó tener una arqueología sedimentaria inagotable por más capas que levantara. Y así como con la clínica, otros textos oscuros y a la vez iluminadores trocaron ciencia, sexo, castigo, poder, locura. Nada era obvio, nada sagrado.

What we talk about when we talk about love (cuentos cortos)

Un fotógrafo sin manos ofrece a un hombre solitario fotografiar su casa. Se sube el hombre al techo a que le tomen otra foto. Encuentra allí las piedras que sus hijos dejaran antes de partir para siempre con su madre. Con pocas palabras alcanza Raymond Carver a entrar hasta lo más íntimo de la soledad. Desgrana el afán de vida del fotógrafo sin manos (¿por qué sigue?). Y de paso coloniza para siempre la mente del lector.

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Las letras, esos garabatos maravillosos, palitos puestos en toda dirección en la superficie del papel, logran por igual atravesar tiempo, sentimiento y razón. Aprendidas de pequeños, se meten por nuestros ojos hasta lo más profundo de nuestro ser. Leer es lo más cerca del alma de otro que podremos estar jamás. Los libros son la clave de nuestra historia, nos transforman desde adentro. Pienso que por eso insistimos en llevarlos a rastras por la vida, así se trate de una sola Biblia barata o de una biblioteca entera, porque son la huella material de nuestra alma y porque su medida es nuestra propia medida.

Por eso, porque la lectura nos aúna con nuestra humanidad, no hay excusa para no leer. Da igual si son cómics, filosofía o novelas, ciencia o arte: lea como si su vida dependiera de ello, lea porque su vida depende de ello. Por eso nos debe doler que haya uno solo que no sepa leer, que no hay perdón por negar la lectura a otros. Leer es tender un puente de la mente al universo.

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La Feria Internacional del Libro de Guatemala se realizará del 14 al 24 de julio de este año. Póngalo en el calendario y vaya. Y si lo suyo es la educación, asegúrese de que la escuela se inscriba en el VI Concurso Interescolar de Lectura, a realizarse también como parte de la feria. La inscripción vence el 20 de mayo, así que he puesto toda la información junta aquí.

Original en Plaza Pública

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