El 29 de julio la Casa Blanca publicó su «Estrategia para abordar las causas radicales de la migración en Centroamérica». Dicha estrategia se desarrolló luego de que en febrero la Vicepresidenta Harris se hiciera cargo del tema y visitara el llamado «triángulo norte».
Para conseguir «una Centroamérica democrática, próspera y segura» propone 5 pilares y 14 objetivos. En resumen sus 37 acciones son: certeza jurídica en negocios, promover la inversión, soluciones tecnológicas, oportunidades para las mujeres, jóvenes y minorías, facilitar el comercio, trabajar con multilaterales, asociarse con el sector privado, infraestructura energética transfronteriza, acceso a educación y salud, resiliencia agrícola, energías renovables, independencia del sector justicia, transparencia, eficacia legislativa, empoderar actores públicos y privados, apoyar sociedad civil y medios, promover anticorrupción, sancionar corruptos, finanzas gubernamentales, atención a poblaciones marginadas y defensores de derechos humanos, rendición de cuentas, controlar asesinatos extrajudiciales, protección a sociedad civil y sindicalistas, marco jurídico laboral, prensa independiente, policía civil y su rendición de cuentas, socios y cooperación regional contra el narco, espacios locales seguros y alternativas para jóvenes y reintegrar exdelincuentes, prevenir y perseguir la violencia y apoyar a las víctimas.
Todas1 son cosas que los Estados Unidos hace ya. Todas en Centroamérica. Y ejecutadas todas en Guatemala en proyectos de USAID, el Departamento del Tesoro, la DEA, la MCC y múltiples otras agencias federales.
No me malinterprete: son acciones positivas que agregan mucho valor en atender los problemas que nuestros gobiernos insisten en descuidar. Pero escribir una lista de lo que se hace no es desarrollar una estrategia, aunque le ponga ese título con una bonita cubierta. A menos que la Casa Blanca tenga un ingrediente secreto, esa compilación de acciones que ya se hacen no conseguirá resultados distintos de los que ya se obtienen… con esa misma colección de acciones.
No cuesta entender por qué. Así como compilar intervenciones no es solución, compilar trastornos no es explicación. Sí, en Guatemala hay inseguridad económica y desigualdad, corrupción y déficit democrático, irrespeto a los derechos y la prensa, violencia y crimen organizados, y violencia sexual, de género y doméstica —los problemas que abordan los 5 pilares de la estrategia de la Casa Blanca—. Pero esos problemas también los presentan Nigeria, Colombia y Rusia, por tomar cualesquiera tres países. Sin embargo, su migración no es problema para los EE. UU., ya sea por razones tan obvias como las barreras geográficas o más sutiles, como el ingreso medio de los ciudadanos. Y México, por ejemplo, tiene también las debilidades citadas, pero no son la única base de la política en la relación entre este país y su vecino del Norte.
El error del argumento sobre migración centroamericana se evidencia con una comparación específica. En los EE. UU. hay más migrantes del Caribe (4.4 millones en 2017) que de Centroamérica (3.8 millones en 2019). Y no alcanza pensar que el problema es el crecimiento: entre 2010 y 2017 la población migrante centroamericana en Estados Unidos creció 24%, pero la caribeña creció 18%. Menos, pero bastante.
Más interesante es ver que en 2019 Guatemala, Honduras y El Salvador —los países de mayor interés— contribuyeron con 3.269 millones de migrantes. Esto es 86.4% de todos los migrantes de Centroamérica y 11.2% de la población de dichos países. Un tsunami de gente, dirán algunos. Pero resulta que los 4 primeros países del Caribe con gente en los Estados Unidos (Cuba, República Dominicana, Jamaica y Haití) aportan un número similar (3.288 millones de personas), que son 88.3% de los migrantes del Caribe. Y eso es 12% de la población de dichos países.2
¡Dios santo, el Caribe expulsa gente con desenfreno!
En otras palabras, no solo el Caribe aporta más migrantes a los Estados Unidos sino que son una proporción mayor de su población de origen. ¡Dios santo, el Caribe expulsa gente con desenfreno! Salgamos urgentemente a buscar las raíces de la migración desde las islas.
Quizá es hora de buscar en otra parte. Por ejemplo, en que los caribeños tienen un ingreso menor que los centroamericanos en Estados Unidos ($47,000 anual por hogar caribeño, $51,000 anual por hogar centroamericano), pero hablan más inglés (66% entre caribeños, 44% entre centroamericanos), son más viejos (promedio 49 años versus 40 años para los centroamericanos) y son más educados (21% tienen bachillerato completo, contra 11% entre los centroamericanos).
Las raíces de la migración3 no las encontrará en el Sur global. Las raíces de la migración son como la belleza: están en los ojos de quien mira.
Ilustración: Luz o reflejo (2021, imagen propia)
Notas
1. Excepto quizá la atención a energías renovables, pero esto puede ser medida de mi ignorancia más que de ausencia de intervención.
2. Para los datos de población de los países he usado números para el año correspondiente en Worldometers. Ver: https://www.worldometers.info/world-population/central-america-population/ y https://www.worldometers.info/world-population/caribbean-population/.
3. En la Casa Blanca hasta abandonaron el calificativo de «irregular». Quizá simplemente se hartaron de los centroamericanos.