Elecciones, lecciones y precauciones

Elecciones

Pasaron ¡al fin! las elecciones. ¿Qué nos quedó? Uno de cada cuatro votantes escogió a Sandra Torres. Poco, considerando que la UNE tiene organización, experiencia y dinero. Y que Torres vendió el alma a la élite económica (una raya más para el tigre) con tal de conseguir una tregua. Pero ella sabe que igual se gana la carrera por 1 metro que por 100.

Alejandro Giammattei, como segundo, viene casi 12 puntos detrás a pesar de cuatro intentos previos. Es el primero de los perdedores. Perdón, el primero de los mejorquesandras del Cacif. Quizá se deba a Mulet, tan parecido a Giammattei en su humanismo que no lo es. Quizá juzgarían los dueños de la finca que, aunque el caudal de los dos juntos pasaba a Torres, separados daban a los votantes conservadores impresión de opciones sin amenazar el segundo lugar. Juzgarían que, si consiguen que pierda Torres, igual dará que sea por 1 metro que por 100.

Pero Giammattei, Mulet y nueve derechuelas más apenas rebasaron el 47 % del voto. Peor aún para la élite: solo los dos primeros pasaron del 10.4 % del MLP a pesar de siete décadas de controlar la historia, la política, los medios, la religión y el dinero. Demasiado cerca para estar tranquilos.

Uno de cada cinco electores votó izquierda. Las tradicionales microizquierdas perdieron terreno mientras el MLP se apropió de tres departamentos más por popular que por izquierda. Eso, sin dinero, satanizado por el Cacif, rechazado desde el racismo, invisibilizado en los medios.

En el Legislativo, una cuota de innombrables y, sin embargo, una luz: una cohorte de diputados dignos. Tendrán que aprender muy rápido a maniobrar para que los sucios sepan que su inmundicia será visible y denunciada.

Lecciones

¿Qué sacar de esto? Primero, que en segunda vuelta estaremos escogiendo entre una candidata que con tal de llegar al poder entregó todo a la élite, un candidato que ya es operador de esa élite y un voto nulo que no cambia nada. Votaremos entre sida, cáncer o demencia.

Segundo, nunca subestimar la necedad humana. Ejemplo vivo: ni la inundación de la capital hace dos semanas ni la confirmación de que los unionistas han depredado la municipalidad por años alcanzaron para menguar la proporción de sus votantes. Y muchos dejan en la iglesia no solo el diezmo, sino también el juicio.

Tercero (no todo es malo), que sí es posible jugar limpio y meter bancada sin dinero, como Semilla. O conseguir muchos votos con un partido orgánico de masas, como el MLP.

No les bastará con rescatar a sus compinches de la cárcel con la venia de Torres o con instrucciones para Giammattei.

Cuarto, que hoy probablemente el MLP debe aprender una lección de historia. Hace siglo y medio los liberales quetzaltecos —antepasados de los que hoy nos arruinan la vida a todos, tatarabuelos de los racistas que aún les siguen cobrando a los indígenas su alianza con Rafael Carrera— descubrieron que para quitarse de encima el yugo de los conservadores no bastaba con el autogobierno, sino que debían tomar la capital. El MLP ha iniciado una trayectoria que literalmente va desde Sololá hasta Sacatepéquez. Ahora le tocará seguir caminando. Porque Guatemala tendrá poder y monumentos criollos en esta ciudad, pero su corazón es indígena. Y ese corazón podría… debería votar abrumadoramente por ellos desde todas las ciudades. Por su parte, Semilla, con académicos, intelectuales y clasemedieros mestizos, debemos aprender del MLP: tenemos cuatro años para construir una base amplia y orgánica.

Precauciones

Termino con el riesgo terrible. Aprendimos que sí es posible acceder al poder aun a pesar de la exclusión de Thelma Aldana, de la marginación de Thelma Cabrera, a pesar del dinero sucio. Eso debe preocupar a los corruptos y al poder económico (¿serán la misma cosa?). No les bastará con rescatar a sus compinches de la cárcel con la venia de Torres o con instrucciones para Giammattei. Hoy necesitan perfeccionar y ampliar los mecanismos leguleyos que sirvieron tan bien contra Aldana. Reforzar la economía que discrimina a los pueblos indígenas sin más que dejar hacer, dejar pasar. Y siempre usar los mecanismos violentos, si hace falta. Para mandar de vacaciones a un fiscal o para matar a un líder campesino.

Por eso, tanto la traición ambiciosa de Torres como la obediencia convencional de Giammattei pueden conducir al mismo continuismo autoritario, corrupto, leguleyo y violento. Aprenderán de Putin o Trump, Ortega o Maduro, qué más da. La fórmula ha sido perfeccionada y no es de ideologías políticas. El negocio es el poder, la exclusión y la depredación. En esto Torres y Giammattei no se parecerán: ¡podrán ser iguales!

Illustración: Señales de tránsito (2024), Adobe Firefly

Original en Plaza Pública

Verified by MonsterInsights