El plan perfecto para resolver la migración irregular

¡Kamala está en el país! Todos se apuran a recomendar. Apunto mi nombre en la lista.

Confío que mi columna llegará hasta el escritorio de la vicepresidenta. Desde la Casa Blanca hasta la embajada en Guatemala reconocerán: aquí está la receta perfecta.

Como buena propuesta no es «bala mágica», sino un plan integral de atención a las raíces de la migración irregular. Pero vamos al grano, que la vicepresidenta no tiene mucho tiempo.

Paso 1. Es el más sencillo, con resultados inmediatos: pedir al presidente Biden prohibir el concepto de migración «irregular». Basta caracterizar a cada migrante como persona que se traslada del punto A al punto B. Si gusta, asignar una categoría a cada uno: «migrante profesional» como su embajador, al que basta con darle su salario. «Migrante privilegiado» para quien quiere ver a Mickey Mouse. Con este hay que asegurar que compre cachivaches para ayudar a las economías y que pague impuestos por donde pase. «Migrante conveniente», quien se instala en los EEUU y produce riqueza. Aquí lo importante es que ayude. Y «migrante jodido», el que migra por temor, desde la pobreza y, encima, le dan palo. A este hay que ayudarle a perder el miedo, darle plata y protegerlo. Ya vio, tan fácil: estímulo-respuesta, problema-solución y tan-tan, se acabó la migración irregular.

Paso 2. ¿No quiere que la gente se vaya de Centroamérica? Este es un no-brainer: págueles por quedarse. La disciplina económica parte del concepto de utilidad y las políticas públicas deben maximizar el costo-beneficio de las conductas que deseamos. Hace una semana la vicepresidenta afirmó que la gente necesita esperanza para ver que hay ayuda en camino. La ayuda más concreta está impresa en papel moneda. Llámelas transferencias condicionadas en efectivo: tú te quedas, yo te pago. Imagine a cuánta gente habría retenido Trump en vez de gastar en un muro inútil. Y si alguien se queja «no hay que dar pescado, sino enseñar a pescar…» recuerde que sobra evidencia: deshágase de ese mito. Otra crítica: «se gastarán la plata en trago». ¿Y a usted qué le importa? Lo que busca es que no se vayan de aquí. Deje a la gente hacer (o deshacer) su vida. Desde California hasta Nueva York, de los bosques gigantes a las aguas del Golfo, todos saben que la clave es la libertad individual.

¿Y si usan la plata para migrar? Esta pregunta sí vale, pero para eso tenemos otra propuesta.

Paso 3. Monitoreo. La plata no se da una vez, sino cada mes. Y solo donde vive la gente. Y solo si demuestra que sigue allí. ¿Complicado? ¡Para eso tiene a los mejores tecnólogos como socios del «llamado a la acción». Primero, cobertura de internet y ancho de banda en todas las comunidades. ¡Cheque! Segundo, celulares inteligentes para todos. ¡Cheque! Tercero, bancarización digital universal. ¡Cheque!. Cuarto, una aplicación financiera, biométrica y con geolocalización. (Pilas, muchachos de Silicon Valley). Y ahora sí, cada mes, la gente se toma la selfi con la familia entera en el lugar donde vive, pasa la verificación biométrica y ¡chin-chin!, cae la plata sin salir de casa. Una maravilla tecnológica.

Pero sigue haciendo roncha que la gente se gastará la plata en trago. Por eso le tengo el…

Paso 4. Cooperación al desarrollo donde la gente decide. ¿Sabe qué pasa cuando el gobierno de los EEUU pone su plata en alguna de sus al menos 20 agencias de cooperación internacional? Luego debe encontrar quién gaste esa plata: términos de referencia, selección, contrato, reportes, monitoreo, compliance, ¡no tiene fin! Y sin darse cuenta, se gastó la mitad de la plata y la gente no solo no ha recibido nada, sino que ya partió para Tijuana. Y aunque llegue el dinero, nunca será más de la mitad de lo que metió por arriba en ese inmenso sistema. Me consta: ¡soy un engranaje enano en la máquina de hacer salchichas de la cooperación! No es mala fe, nomás que administrar algo así es difícil y costoso. Así que entregue toda la plata al beneficiario y ahora sí, diga a las agencias, empresas y ONGs cooperantes: «¿quieren plata? El dinero ya está en el sistema. Vayan y convenzan a las personas con la plata de que vale la pena gastar en sus servicios». No bastará estar creando overhead en Washington DC, Virginia o Silicon Valley. Habrá que instalarse en El Tumbador, Tajumulco o Joyabaj. Migración del Norte al Sur, digamos.

Broma, sí. Exageración, quizá. Pero no por mucho.

Ilustración: En la plaza (2018, imagen propia).

Original en Plaza Pública

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