¿Cómo tragar tanto cinismo de una sola vez? Casi en un solo movimiento dejan sin recursos a la policía, y le agregan funciones inconstitucionales al ejército.
A ver si entendí: la CICIG destapa la incapacidad del sistema de presidios para controlar los desmanes atribuidos a unos ex-militares, y la respuesta del gobierno es ¡poner al ejército a cuidar las cárceles!
Apenas un par de días tras presentar la CICIG los resultados de su investigación sobre la red de Lima Oliva, el gobierno suscribe el Acuerdo Gubernativo 304-2014, nos dice La Hora, y ahora el ejército podrá «coordinar» con la policía nacional para controlar las prisiones. Con ironía, La Hora yuxtapone una segunda noticia en la misma página: el Ministerio de Gobernación racionará la gasolina de la PNC, pues no les alcanza para todos los autos.
Me quedo pasmado, ¿cómo tragar tanto cinismo de una sola vez? Casi en un solo movimiento dejan sin recursos a la policía, y le agregan funciones inconstitucionales al ejército. Pues bien, ya que estamos en estas perversiones, ¿por qué no de una vez mandamos a los soldados a dar clases en los Básicos, habida cuenta que las chicos no están aprendiendo nada, y que algunos piensan que al MINEDUC le sobra una cantidad «inmoral» de dinero? Y de paso, quitémosle la poca plata que tiene al incompetente Ministerio de Salud, y pongamos a los coroneles a hacer cirugías. Para que desquiten el complejo de Supermán.
Aquí, donde pareciera que la razón de Estado y el interés ciudadano dejaron de prevalecer hace rato, no vemos sino un necio reflejo. Golpean la rodilla y salta la pierna: conflicto por las minas, ¡ejército! Líos en la hidroeléctrica, ¡ejército! Pongamos una cementera, ¡ejército! Necesita insumos el Ministerio de Cultura, ¡ejército! Problemas en prisión, ¡ejército!
Eso sí, mientras tanto sigue irresuelta la desaparición de miles de granadas, y un misterioso accidente aéreo no hace sino agravar los cabos sueltos. El hallazgo de armas de asalto en depósitos clandestinos se descuenta por anticipado: no hombre, si eso no tiene nada que ver con militares. Ajá.
¿Cuántas «coincidencias» hacen falta para que entendamos? Sigue el hambre en el campo, la inseguridad en las ciudades, y la justicia es una broma obscena contada por un gremio torcido. Pero la enredadera verde olivo continúa engordando, creciendo sin restricción, enroscándose una vez más en el tronco del Estado, sofocando las ramas. Y usted y yo, aquí sentados impasibles, como víctimas de oficio. Pordiositoysumadre, ¿le queda aún alguna duda de lo que se obtiene votando por militares para hacer gobierno?
Esta ronda ya la perdimos los ciudadanos, por lelos. Pero el juego sigue, la historia nunca termina. Así que cobremos valor y pensemos en el futuro, pues lo importante es aprender. Haciendo alianza de indiferencia, ingenuidad y estupidez, pusimos a los lobos a cuidar el redil, a pesar que treinta y seis años de historia ya habían dejado tan claro lo que eso acarrearía. Salir de este entuerto no será fácil: solo un insensato intenta arrancar la presa de la boca del lobo. Pero nada nos obliga a seguir dándole de comer.
Hoy, cuando algunos hablan de reformas constitucionales y la noción de refundar el Estado comienza a dar sus primeros y tímidos pasos en la conciencia ciudadana, no se olvide de anotar este pendiente. Mientras se prepara para celebrar en pocos días la ¿independencia? de ¿Guatemala? (así, con signos de interrogación porque ni una ni otra parecen servirnos demasiado), piense si no va siendo hora de quitar del escudo nacional ese par de fusiles viejos, símbolos de una autoridad inservible, botar ese par de sables oxidados, señas de un honor que quizá nunca existió. Hasta podríamos poner lápices en su lugar para celebrar la educación, borradores para afirmar que siempre se vale corregir la plana.
El ejército no ha sido capaz tan siquiera de admitir su enorme y terrible responsabilidad en los desmanes de la guerra. Hoy le sobran recursos y tiempo para meterse en las funciones civiles, mientras le regateamos dinero a la educación y a la salud. Si a los guatemaltecos nos falta paz, justicia y prosperidad, seguramente va siendo hora de reconocer que lo que nos sobra, es ejército.