Discutamos las raíces de la migración irregular

Llega un niño solo

Llega un niño solo a la frontera sur. ¿Por qué? Porque sus padres, desesperados o imprudentes, lo confiaron a su suerte en la travesía. ¿Por qué? Porque su comunidad es tan peligrosa que prefieren dejarlo a merced de coyotes, de la Policía mexicana y de milicianos republicanos en Texas que esperar que lo reclute el marero. ¿Por qué? Porque ese marero fue devuelto del Norte sin más opciones que los grilletes en que venía. Porque en esa comunidad nunca hubo policía. Y la única autoridad que vale es de un Ejército que solo ha aparecido para reclutar a la fuerza, cometer masacres y custodiar las transacciones de los narcos. Y porque en esa comunidad no hay empleo: ni para los padres del niño ni para el marero en quien se convertirá. Menos aún hay empleo en la escuela a la que apenas fue. ¿Por qué? Porque hay que pagar las facturas de un seguro de salud que consume la poca plata disponible. ¿Por qué? Porque la educación, igual que la salud, la agricultura, la vivienda y la infraestructura, no es política de desarrollo, sino apenas oportunidades de empleo para correligionarios y contratos para socios y amigos.

Parte una mujer desesperada

Abandona la joven su pueblo. ¿Por qué? Porque está embarazada. Nadie le habló de derechos ni de sexualidad, menos aún de anticonceptivos. ¿Por qué? Porque son pecado, dicen a coro el pastor, el cura y la diputada. Porque lo repite la inagotable hilera de cínicos profamilia que llegan desde los extremos del continente —Argentina tanto como Estados Unidos, habrase visto— recibidos en conferencias obligatorias en el despacho de un presidente que se miente a sí mismo aun antes que a los demás. Porque eso legislan los hipócritas, más ofuscados por una mujer que alborota exigiendo que no la violen que por una niña violada y muerta. Porque, cuando se juntan indignación religiosa y dinero mafioso, se consiguen votos hasta para la propuesta más imbécil. Y porque los diputados no son melindrosos: servirán a quien lo pida —narco o empresario, ¡hasta poder extranjero, qué más da!—. Pero, eso sí, only if the price is right.

Trabaja un hombre en la cocina

Aunque lo desprecian y persiguen en el Norte, igual lo necesitan. Y le pagan.

Cavar, acarrear, limpiar. Lo que sea, él lo ha hecho. Desde la madrugada y hasta la noche, en las trastiendas de Nueva Jersey, Virginia o Colorado. ¿Por qué? Porque costó mucho llegar allí: arrancó cebollas en California, reparó techos en el invierno de Michigan y en el verano de Nuevo México, arregló jardines en Washington D. C. y al fin está allí, ya no encima, sino bajo el techo, aunque sea en una cocina sofocante. Porque la posible explotación del sueño americano es mejor que la certeza de la pesadilla guatemalteca. Porque es preferible arriesgarse a ser perseguido por la ICE en el Norte que ser alcanzado por la PNC en Guatemala. Porque es preferible la sexualidad reprimida con alcohol en un dormitorio colectivo en Chicago que terminar muerto demostrando su hombría en una cantina de pueblo polvoriento. Y porque es preferible el amor de una nueva pareja mexicana, dominicana o salvadoreña que la desesperanza en los ojos de la esposa adolescente. Pero, sobre todo, porque, aunque lo desprecian y persiguen en el Norte, igual lo necesitan. Y le pagan. Porque, entendamos, la migración irregular es más problema por irregular que por migración.

Firma un presidente

Firma el presidente. Por Dios que perseguirá la corrupción. Firma el presidente. Claro que detendrá la migración. ¿Por qué? Porque firmaría cualquier cosa. Tercer país, muro y persecución. O plan, asistencia y anticorrupción. Yeah, whatever… Porque aquí desde 1954 se firma de todo y no pasa nada, se dice de todo y no cambia nada. Porque aquí elecciones y democracia partieron caminos hace rato, pero nadie lo admite. Porque aquí gobierno y poder son dos cosas enteramente distintas. En el Norte dicen para que en el Sur se haga. Y con eso basta. Aunque la mitad de las razones esté en el Sur y la otra mitad en el espejo. Así que firma el presidente y confirma: nada cambiará mientras en el Sur el poder no lo quiera y en el Norte no importe.

Ilustración: No traspase (2020, imagen propia).

Original en Plaza Pública

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