Dando clases sin aprender

A pesar del nombre del proyecto, el CIEN se concentró en reparar el auto sin cuestionar quién conduce ni hacia dónde.

El jueves pasado, el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) presentó su proyecto Ruta para el Desarrollo de Guatemala 2020-2024.

Carmen María Aceña presentó el análisis y las propuestas sobre educación y tecnología. Ofrecieron comentarios Roberto Moreno, rector de la Universidad del Valle, y Hosy Orozco, académico en la Universidad Rafael Landívar.

Son jugadores conocidos. Aceña ha estado vinculada al CIEN desde sus inicios. Ella y Moreno fueron ministros de Educación en gobiernos conservadores (Berger y Arzú, respectivamente). Orozco ha estudiado el sector desde Asíes y desde allí colabora con un proyecto de USAID.

El diagnóstico es previsible: vamos mal. Subimos en años promedio de escolaridad. Pero en una colección de países desde Suiza hasta Haití seguimos en el fondo. Desde 2005 robamos el último lugar a Haití. La repitencia subió en básico y en diversificado. Las proporciones de graduandos con desempeño mínimo aceptable en Comunicación y Lenguaje y en Matemáticas siguen abismalmente bajas: en 2018, solo uno de cada tres graduandos llegó al mínimo en Comunicación y Lenguaje. Poco más de uno de cada diez lo hizo en Matemáticas.

El problema empieza con la docencia. Los solicitantes a puesto docente en 2018 no contestaron correctamente sino la mitad de las preguntas sobre Comunicación y Lenguaje, una de cada tres preguntas sobre Matemática y la mitad sobre Estrategias de Enseñanza. Es como tener cirujanos que no saben operar. Y aunque sepan cómo, ignoran si hincar el bisturí en el estómago o en la pierna. Encima, esos resultados apenas cuentan al reclutar. Para remediarlo, el Mineduc invierte mucho calificando docentes en servicio, pero nadie constata si esto se traduce en aprendizaje en el aula.

Las recomendaciones tampoco sorprenden: mejor formación, reclutamiento y selección de docentes; fortalecer el acompañamiento pedagógico; implementar la carrera de director; establecer políticas para entregar programas de apoyo y de tecnología en las aulas; mejoramiento continuo basado en evaluación; aumentar cobertura del nivel medio con becas; tomar decisiones basadas en evidencia; implementar un modelo de educación descentralizado.

Lo más llamativo fueron los comentarios de Moreno y Orozco. Con plenas credenciales del establishment, coincidieron: de esto no saldremos con más de lo mismo. Hablando de causas, Moreno enfatizó que no es asunto de ministros: cada sucesor intentó avanzar lo mejor que podía durante su gestión. Es que el problema es sistémico. Hablando de intervenciones, Orozco fue más enfático: debemos ser disruptivos.

Tienen razón. Aceña y colaboradores se centraron en una propuesta técnica y de políticas sectoriales. Pero, como en el resto del Gobierno, el problema en educación es político, de quién manda y para quién manda. Evidencia un Estado construido para excluir. A pesar del nombre del proyecto, el CIEN se concentró en reparar el auto sin cuestionar quién conduce ni hacia dónde.

Aceña fue una ministra efectiva. Pero el comentario de Moreno reta: sugiere que lo fue más por empoderada que por tener necesariamente razón. Sus propuestas progresaron por tener apoyo del poder. Avanzó en el pichirilo estatal más porque la dejaron caminar que porque el auto funcionara bien.

Explica también por qué hoy manda en el Mineduc el liderazgo sindical, tan rentista del Estado como los oficiales del Ejército o el Cacif. Es fácil denunciar que Colom abrió la puerta al negociar el apoyo magisterial directamente con Joviel Acevedo antes de las elecciones y desempoderar así al Ministerio de Educación. Pero omiten que lo hizo como contrapeso político a la guerra del Cacif contra la UNE, su candidato, la entonces esposa de Colom —Sandra Torres— y su propuesta de transferencias condicionadas en efectivo.

El resultado es el absurdo que vemos. El Mineduc carece de poder de mercado laboral a pesar de ser el mayor contratante de docentes de Centroamérica. Sus decisiones de empleo están secuestradas por la influencia sindical. Como tigre sin colmillos, el ministerio es incapaz de priorizar la calidad de los docentes contratados, punto de partida para lo demás.

Entonces, el CIEN se regodea con recomendaciones técnicas, pero eso opaca aún más las operaciones del poder (¿o será que no las ve?). Mientras tanto, el Cacif hoy paradójicamente apoya a Torres como candidata presidencial. Comprada con la promesa de satisfacer su ansia incurable de ser presidenta, los empresarios de élite nomás exigen que les garantice que seguirán al timón. Y, juntos investigadores, empresariado y política, dan otra vuelta a la manzana en el mapa de la insensatez. ¡Cambiémosle otra rueda al auto! Eso sí, solo nosotros conduciremos. Y bajo ninguna circunstancia permitiremos decidir entre todos los guatemaltecos adónde vamos.

Ilustración: Aquí manejo yo o no maneja nadie (CIEN, 2019, intervenido).

Original en Plaza Pública

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