Author: felixalvarado99

  • La mujer del empresario

    Las jóvenes de la élite tampoco están contentas con este fastidioso statu quo. ¿Acaso no se han formado con igual o más esfuerzo que sus hermanos? ¿Acaso no tienen sueños y recursos para concretarlos?

    Recientemente, el Cacif ha figurado bastante en los medios. Como pasa siempre que alguien sugiere que la élite cargue con su parte en el financiamiento del Estado, la patronal no perdió tiempo para rechazar que pudieran contribuir a financiar la justicia. Eso de la responsabilidad se les da muy mal.

    Por mi parte y como siempre, veo la foto de los líderes empresariales y lo que vuelve a llamarme la atención es la ausencia de mujeres. Queriendo verificar si es simple casualidad o prejuicio mío, hago una búsqueda en internet. Pongo simplemente «cacif» en el buscador de imágenes. Entre las 100 primeras fotografías solo encuentro 2 con mujeres. En una se trata de una persona que está de espaldas a la cámara. En la otra son 3 mujeres indígenas, en segunda fila.

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  • ¿Un conservador atrevido?

    El conservador atrevido salta sin red, pues entiende que si no lo hace nunca será creíble, nunca será digno de confianza.

    Hace un año publiqué un ensayo en la revista Nueva Sociedad sobre las nuevas derechas en Guatemala. Entre estas destacaba una que llamé los reformistas tímidos: hijos de la élite que quieren algo mejor, que saben que les conviene cambiar, pero que no se atreven a romper abiertamente con la tradición oligárquica.

    Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente. Abril marcó un parteaguas. La ciudadanía perdió miedo y se deshizo de un presidente y de una vicepresidenta corruptos, casi un centenar de exfuncionarios y hasta algunos empresarios enfrentan a la justicia y fue electo un outsider ¿cándido? como siguiente mandatario. Desde las aduanas, la ola de anticorrupción que desató la Cicig se expande a los servicios de salud e incluso amenaza con mojar los pies del inexpugnableliderazgo empresarial.

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  • Homo Migrans

    Migrar es lo que siempre hemos hecho los humanos. Migrar fue lo nos trajo hasta acá, de haber nacido en un valle en el este de África, a ocupar todo el globo.

    No contentos con el calor tibio de las sabanas, salimos a conquistar el Levante, la medialuna de entre ríos, hasta el mar de la China y Oceanía. Por migrar cruzamos el Bósforo y desplazamos a la gente del Neandertal. Migrando saltamos el estrecho de Behring primero, surcamos el mar Atlántico después, y lo ocupamos todo, todo hasta la Tierra del Fuego.

    Migrando plantamos banderas en los polos. Por migrar algunos disputan con pingüinos en antárticas estaciones científicas. Por migrar, una bandera de estrellas y rayas ondea sin viento sobre el gris estéril de la Luna. Por migrar, modernos Colones ya aprestan naves y contemporáneas Isabelas dotan tesoros para zarpar hacia Marte.

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  • Diálogo entre don Avarino Cacifón y el administrador de su fábrica de tortillas

    Cualquier emprendedor lo sabe: primero se invierte, luego se produce y finalmente se gana. Estos, en cambio, lo quieren al revés.

    Parado en la esquina del mercado, mientras esperaba el bus, era imposible no escuchar la conversación. El hombrecito moreno pedía con insistencia, y el otro, un tipo gordo y rosado, iba levantando cada vez más la voz.

    Don Avarino, fíjese que necesito más plata pa’ la fábrica de tortillas, que la cosa no está caminando, usté.

    —¿Cómo así que no está caminando?

    —Pues sí. Fíjese que no está saliendo la cantidad de tortillas que necesitamos.

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  • Administramos miseria

    No confundamos la infamia del ladrón con la miseria del pobre, con la miseria de nuestro Estado de pobres.

    El clasemediero vive en el dilema. Puede tenerlo todo, pero no todo a la vez. Aprende a ser frugal, pero las opciones son buenas: ir al cine o salir a cenar, tomar vacaciones o ahorrar para el carro nuevo.

    El dilema del pobre es malo. Tener algo, por poco que sea, siempre exige renunciar a otra necesidad básica. Si come, no tiene para vestir. Si consigue para el techo, sacrifica la comida y el vestido.

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  • Rendición de cuentas, rendición que cuenta

    Nos han dicho los apóstoles de la más convencional buena ciudadanía que, si no votamos, después no tenemos derecho a decir nada. Es espada de dos filos, pues agrego yo: entonces hoy, si usted votó por él, ahora deberá hacerse responsable.

    Me detengo en lo obvio nomás para dejarlo asentado: ganó Jimmy Morales. En seis meses pasó de curiosidad de campaña a presidente electo. Mes y medio bastó para duplicar la gente que votó por él en la primera vuelta.

    Con poco más que su imagen —campechano, conservador, racista e improvisado— dio a más de 2.7 millones de personas un espejo que les gustó —o quizá simplemente un retrato al que siguen aspirando—, y eso bastó para votar por él. Así que lo dejamos allí, montado triunfal en la cresta de la ola del antivoto, de la antipolítica… y del dinero de sus nuevos amigos.

    Nosotros, los ciudadanos, tenemos otra tarea que ni empieza hoy ni termina en cuatro años. Para nosotros es el tiempo del aprendizaje. Es el tiempo de la rendición de cuentas.

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  • El dilema del MCN

    Qué dilema el del MCN, el de la juventud conservadora: queriendo hacer futuro con piezas viejas.

    «Joven incendiario, bombero de viejo». Decimos que la juventud es tiempo de revolución, cuando la combinación de energía, generosidad e inexperiencia permite hacer cosas grandes, esas que no sabemos que son imposibles.

    El estereotipo, por supuesto, es falso. Igual hay ancianos innovadores que jóvenes timoratos. Hay quien se atreve tanto si es conservador como si es progresista. Y a cualquier edad. Pero hay una diferencia fundamental entre mayores y juventud: con menos años de edad, más tiempo tendrá que vivirse con las consecuencias de las propias acciones. Las buenas y las malas.

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  • En calle de tierra, un carro con tres ruedas

    Entendamos que producir los mismos resultados de aprendizaje es más caro mientras más postergados estén los estudiantes. No más barato.

    Surge nuevamente el debate sobre el gasto educativo, y yo quiero contarle una historia. Usted vive en la capital y necesita un auto para trasladarse. ¿Qué compra? Aunque hay baches en las calles, la mayoría pueden sortearse sin dificultad. Un pequeño pichirilo alcanza.

    Ahora suponga que viaja en lo más rural del país. Hay lugares donde no entra ningún auto. Aun donde sí se llega, el acceso puede ser un camino retorcido de terracería. Cuando llueve, el lodazal amenaza a todos, excepto a los motores más potentes y a las llantas más grandes. Allí el pichirilo urbano resulta inservible y sería imprudente gastar en algo menos que un poderoso 4×4.

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  • Parieron los montes

    Mientras nos afanamos en apoyar a las víctimas, entendamos que sus tribulaciones son la señal visible de una injusticia persistente, la evidencia que desnuda nuestra perversa normalidad.

    Llovió. Como pasa todos los años. Llovió mucho. Como pasa cada vez más, aunque algunos nieguen el cambio climático.

    Se deslizó la ladera de la montaña. Como pasa cada vez que llueve en terrenos mal afianzados. El deslave causó dolor y muerte innombrables. Como pasa siempre que las personas construyen en sitios de alto riesgo.

    Construyeron en zonas de alto riesgo. Como pasa siempre que la gente no tiene dinero o acceso a crédito para conseguir mejores tierras. Como pasa siempre que las leyes no se aplican.

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  • De «oenegización» de la política a politización de la sociedad

    La paz confirmó el papel de las ONG como cauce para el activismo político, sin llamarlo así y sin conectarlo formalmente con el poder.

    De sobra se ha dicho que los 36 años de guerra nos callaron. La tortura, las masacres y el asesinato selectivo enseñaron que el silencio era la mayor virtud ciudadana.

    Las opciones políticas se hicieron estrechas y extremas. El que quisiera podía pervertirse y hacerse parte del régimen criminal. Podía ser cómplice silencioso, como tantos burócratas que vieron y callaron cosas terribles hechas en nombre del Estado y su seguridad. Podía creer el argumento de que solo la violencia resuelve la violencia, empuñar un arma y lanzarse al suicidio en nombre del hombre nuevo. O podía comportarse como ciudadano normal: trabajar duro, organizarse, denunciar la injusticia… y eventualmente amanecer muerto en una cuneta.

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