Hace falta, ¡urge, más bien!, que desde la derecha y desde el seno de la élite económica haya quienes se atrevan —públicamente y sin ambigüedad— a disentir de la línea oficial, tradicional y sempiterna del sofocante consenso del Cacif.
Las imágenes que construimos en el discurso público exageran los rasgos negativos de aquellos a quienes criticamos. Y también exageran los rasgos positivos de aquellos a quienes apoyamos.
Así, Jimmy Morales termina pintado por sus contrincantes como un simplón, títere de militares. Mientras tanto, los constructores de hidroeléctricas describen a Rigoberto Juárez y a otros líderes indígenas como cuatreros inescrupulosos. Y entre todos imaginamos como imparables genios del mal a los narcopolíticos que se mueven en los entretelones del Congreso.