Al mejor estilo vaquero visitó Mike Pence a sus peones en Centroamérica. Sin sonreír advirtió: «Jimmy, Juanito, Chava, avisen a sus chicos que, si entran en mi hacienda, les pesará».
Pence está en su derecho, dicen algunos. A nadie le gustaría que se le metiera gente sin permiso en casa, le causara gasto y, estando allí, exigiera lo mismo que les da a sus hijos. No tendría nada de malo si habláramos de casas, gastos o hijos. Pero no hablamos de casas, sino de tierra. No hablamos de gasto, sino de economía. Y no hablamos de hijos, sino de humanidad. Y la ilegalidad es una quimera inventada.
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