Tan solo entre chicas de 15 años o menos –algunas con apenas 10, 11 o 12 años– hay más de 3,000 que cada año –ocho cada día– ven apagarse sus sueños por un matrimonio prematuro, muchas veces con una persona mucho mayor.
Clama un periodista por «hombres notables» que rescaten nuestra nación desahuciada. Cita a José María Aznar, el estadista de moda, que atribuye la libertad política del pueblo español al gobierno de «hombres buenos e inteligentes».
«¿No será posible» –pide– «como en la España inmediatamente postfranquista, el aparecimiento de los Hombres Notables?» Bien dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver. Hoy casi uno de cada cuatro españoles esté desempleado, y más de la mitad de los menores de 25 años no consigue empleo aunque lo busque. Les dieron una libertad política para luego dejarlos sin futuro.1
Pero dejemos eso. Aun así salen algunos ofuscados con la lámpara de un Diógenes extraviado a buscar un «hombre» que no está allí, y mientras tanto pasan por alto a las Mujeres –sí, con mayúscula– que tienen enfrente, esas que hace ratos ensayan eficazmente la tarea del rescate que ellos dicen querer. Pero no les alcanza con ignorarlas, incluso las maldicen, denigran y demeritan. Contemple el oprobio vertido sobre la jueza Barrios, por atreverse a condenar a Ríos Montt. Piense en las maledicencias a la discreta ex-Fiscal Paz y Paz, por procurar una patria donde el crimen militar no sea un crimen impune. Considere las intrigas contra la ex-magistrada Escobar, por aventurarse a renunciar a un proceso de elección torcido, y denunciar a un diputado corruptor. Indígnese ante el desprecio al dolor de las mujeres ixiles. Nada basta para algunos ciegos, aunque traiga justicia.
¿Qué hacer? Muchas cosas, pero hoy insisto sobre lo ya escrito: urge presionar al Congreso para que apruebe la iniciativa 4746, y acabar con la vergonzosa diferencia autorizada en la edad mínima del matrimonio entre niñas (14 años) y niños (16 años). Urge poner fin jurídico al matrimonio de menores de edad, muy particularmente de las niñas. Tan solo entre chicas de 15 años o menos –algunas con ¡apenas 10, 11 o 12 años!– hay más de 3,000 que cada año –ocho cada día– ven apagarse sus sueños por un matrimonio prematuro, muchas veces con una persona mucho mayor. Ya de por sí, estos matrimonios son una profunda injusticia para con las niñas. Pero además, son social y familiarmente ineficientes, pues acaban con la educación y amenazan la salud de ellas y sus precoces familias.
Entendamos: la injusticia vertida sobre las Mujeres Notables que hoy intentan cambiar Guatemala, no se separa de la injusticia que a diario castiga a las más anónimas y mínimas hijas de estas tierras sufridas. La ceguera que hace a muchos incapaces de reconocer a las valientes que ya les están rescatando la patria, se construye sobre leyes injustas que normalizan la desigualdad, sobre leyes injustas que consagran el desprecio a los sueños, las oportunidades y la vida de las niñas.
Algunos –algunas incluso– dirán con precisión que cambiar la ley no resuelve nada, que lo que necesitamos es más y mejor educación, salud y justicia. ¡Por supuesto! Pero la ley no es irrelevante. Cuando es injusta como hoy, excusa al funcionario y al juez cínico, que escudan su malicioso inmovilismo en que, como funcionarios, sólo pueden hacer aquello que la ley manda. Y cuando es justa, empodera al ciudadano con pie firme para exigir justicia, hacer presión sobre el gobierno, denunciar el delito y promover el bienestar en su comunidad.
Tomará tiempo garantizar que las bondades del currículo se cumplan en todas las escuelas, y que las debilidades de nuestra formación discriminadora sean eliminadas en la práctica. Y hay que trabajar por ello. Pasarán años en el esfuerzo por asegurar que la educación y la salud sexual empoderen a las mujeres, antes que reproduzcan su opresión. Y hay que esmerarse en ello. Pero hoy, ahora, aquí, podemos y debemos cambiar una ley injusta. ¿Qué estamos esperando? Ayúdeme a exigirlo.
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Resulta que incluso podemos sumarnos de forma sencilla a una campaña a favor de elevar la edad de matrimonio: Plan Guatemala tiene un formulario para recibir expresiones de apoyo aquí, y promueven el hashtag #porserniñamás18 en Facebook y Twitter.
- Al menos una lección sacó en claro Aznar: para trascender como ex-primer ministro de la Madre Patria, basta invertir en «educar» a las ex-colonias, y especialmente a quienes siguen colonizados en sus cabezas. Con suerte se tragarán cualquier cuento que se les dé, mientras venga acompañado de los míticos espejitos y cuentas de colores. O, más probablemente, de dinero.