Escapar del matadero: no al matrimonio infantil

Quitemos ya, sin más rodeos, las inexcusables y arcaicas disposiciones del Código Civil, que afirman que las niñas se puedan casar antes (a los 14 años) que los niños (a los 16 años).

Imagine que está en segundo Básico. El Universo se abre ante usted, en su mente. Aprende que hay distantes galaxias, cuya luz apenas comienza a llegarnos hoy. Aprende también que el Universo se extiende hasta lo más pequeño. De la mano de una buena maestra, se emociona conociendo su cuerpo: la sangre, la digestión, sus neuronas, cosas maravillosas que suceden apenas bajo su piel. «¡Cuando grande seré doctora, astrónomo, biólogo, arqueóloga!»

Ahora imagine que una pesada puerta se cierra de golpe. La luz que empezaba a invadir su mente se apaga bruscamente. Hace días una persona mayor visitó a su papá. Conversaron largamente y al final se apretaron las manos. Qué acordaron, usted no sabe. Pero por esa conversación, hoy usted se casará con dicha persona. No sólo se apagó la luz, comienza a faltarle el aire. Sus padres hacen fiesta, pero usted no puede sino pensar en lo que pasará esta noche. Se irá con el desconocido, se acostarán en la misma cama, y le hará cosas a usted que no puede, no quiere imaginar. Y nunca más volverá a jugar, nunca más volverá a soñar sus propios sueños, a tomar sus propias decisiones.

Según el INE, entre 2009 y 2013, esa pesada puerta se cerró para 15,391 niñas con 15 o menos años de edad. Llenarían ellas solas el estadio Cementos Progreso, y todavía tendríamos que poner algunas en la gramilla. Suponiendo que fueron a la escuela, son 15,391 niñas que se quedaron sin luz, con sueños sofocados de golpe. Pero para muchas fue apenas el último clavo en el féretro de su futuro: una infancia de hambre, la niñez sin juguetes ni escuela y el trabajo infantil, simplemente llegaron al acabose: un matrimonio arreglado, casi siempre con un hombre mayor que ellas, hasta tres veces su edad. Peor aún, no son excepciones. Más de 6 de cada 10 de todos los matrimonios en el mismo período fueron con niñas menores de edad. ¡Y algunos con chicas de apenas 10, 11 y 12 años! Y sigue la fila al matadero: que juegue, que juegue, casada, casada, casada; que juegue, que juegue, casada, casada, casada; como una macabra ruleta rusa. No solo pierden su niñez, su libertad y su educación. Muchas sufren violencia a manos de su pareja, mientras el embarazo y el parto precoces les roban su salud, llevándolas incluso a la muerte.

Pero basta de datos, que apenas confirman lo que ya nos revuelve las tripas. Desde nuestra clase media, da horror pensar que algo así nos pasara a nosotros, a nuestras hijas. Lo peor,  lo mejor, es que hay pasos que se pueden dar sin dilación para enfrentarlo. Lo peor, porque no se han dado; lo mejor, porque son fáciles de dar. Quitemos ya, sin más rodeos, las inexcusables y arcaicas disposiciones del Código Civil, que afirman que las niñas se puedan casar antes (a los 14 años) que los niños (a los 16 años). Más aún, acabemos de tajo con el matrimonio antes de la mayoría de edad.

¿Que no resuelve las malas costumbres de una cultura patriarcal? Por supuesto, pero da espacio para actuar. «¡Huy no, que inducirá a muchas a vivir en pecado!» Por favor…, ¿qué mayor pecado que matar los sueños de una niña?

Hoy hay una iniciativa de ley –la 4746– en el Congreso, que propone exactamente esto. La conoció el Pleno en enero. Hace diez meses. ¿Para qué darle más vueltas? Hay tantas cosas en las que no encontramos acuerdos. Pero aquí sí. Esta no necesita más lobby ni operadores políticos. Ya hay mujeres (y hombres) en las ONG y en las agencias internacionales que promueven este logro, que aunque lo hicieran solo por protagonismo, ¡tienen hijas! Hijas tienen también los señores del CACIF. Hijas tienen los líderes ex-guerrilleros. Mujeres son la jueza Barrios que condenó a Ríos Montt, pero también Zuri Ríos, la hija del condenado. Mujer la jueza Flores que lo dejó salir. Mujer la ex-magistrada Escobar, que denunció el intento de soborno de Gudi Rivera. Mujer es Roxana Baldetti, y Otto Pérez tiene nietas. Nietas tienen los diputados, ¡hasta los narcos tienen hijas!

Entonces, ¿cuánto podrá costar un alto en la agenda legislativa? Alto, por levantar muy alto un espacio para las niñas; alto, por poner un alto a la idiotez, aunque sea por diez minutos, para aprobar una iniciativa que cuesta poco y vale mucho. Diputados, funcionarios, ciudadanos y abogados: terminemos el año así, con algo que nos dé orgullo.

Original en Plaza Pública

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