En ese espacio, ¿qué le dicen sus contactos, los “likes” de sus “likes” en el Facebook y la endogámica nubecilla de relaciones que pueblan la universidad, el correo electrónico, la oficina y la prensa? Que Eduardo Suger es el preferido de sus colegas, seguido de Manuel Baldizón.
Sin embargo, hoy por hoy en las encuestas nacionales Otto Pérez Molina lleva la delantera. Sandra Torres le sigue. Atrás, muy atrás, vienen Eduardo Suger y Manuel Baldizón. Después de ellos, el diluvio.
Así que reconózcalo: usted, los suyos, los contactos de sus contactos, y en la colada voy yo, no somos sino marginales en esta sociedad guatemalteca. La vida suya, sus experiencias, tienen poco que ver con la de la inmensa mayoría de chapines. Más aún, casi podría decirse que la suya no es vida de chapín.
Pero no se sienta mal. Tener acceso a Internet, trabajo seguro, oportunidad de estudiar, leer un libro, jugar un videojuego, no son “aspiraciones burguesas” ni “privilegios”. Más bien son los artefactos de la vida civilizada de principios del siglo 21. Esa que se les niega con saña a tantos guatemaltecos.
* * *
En medio del duelo a garrotazos que llevan azucareros y campesinos en el Polochic, nos han hecho creer que las únicas opciones para la gente q’eqchi’ deben ser labrar una tierra pobre con tecnología precolombina, o la servidumbre como cortadores de caña en un ingenio. ¿Acaso los hijos e hijas del finado Antonio Beb Ac no tienen también derecho a ser ingenieros, poetas, inventores, periodistas, bailarinas o matemáticos?
Si no lo ha visto aún, dele un vistazo al reportaje de Caracol Producciones sobre los desalojos en el valle del Polochic. Véalo un par de veces. No sólo por la narrativa de sus editores, sino porque tiene algunas interesantes lecciones sobre los guatemaltecos.
Para ilustrar: en sus declaraciones a Caracol, Walter Widmann (Reportaje Desalojos en el Polochic – 1a parte, minuto 8:35) reclama como base para su derecho a trabajar las tierras del Polochic los años desde que sus antepasados vinieron de Alemania, un centenar quizá, y al sacrificio que les permitió amasar fortuna, aun frente a expropiaciones durante las dos guerras mundiales. Con el mismo argumento los campesinos pueden reclamar casi dos mil años de estirpe y presencia, y el sacrificio de 500 años de ocupación colonial, no digamos ya de labrar la tierra.
Lamentablemente, el argumento es espurio, no importa para dónde se jale. Por Dios, con esas razones yo debiera tener derecho a ocupar los puertos. Al fin, mi madre vino de una ciudad lejana, donde los británicos construían barcos, que conectaban al imperio albión, ese donde no se ponía nunca el Sol, ¡y les aseguro que trabajó duro!
La cosa va enteramente por otro lado. En el mismo reportaje, un anónimo líder de la Comunidad 8 de Agosto pone el dedo en la llaga: “Somos guatemaltecos. Aquí nacimos, aquí vivimos” (Reportaje Desalojos en el Polochic – 2a parte, minuto 4:44). Poco importa de dónde vinieron nuestros antepasados, qué hicieron. Los que importan somos los de hoy. Los que resuelven o arruinan somos nosotros. Los que nacimos y vivimos aquí, los guatemaltecos, somos usted y yo, el difunto Beb Ac, su esposa, el líder de la 8 de Agosto y Walter Widmann. Todos igualitos en derechos, aunque a unos se les niegue la oportunidad. Todos igualitos.
* * *
Si queremos construir Guatemala tendremos que entender esto todos y todas. De lo contrario, seguirá habiendo dos, tres, mil guatemalas, una para cada uno: la miserable para los pobres, la mediocre para los indiferentes, la útil para los ricos. De lo contrario, todos seguiremos siendo marginales de un Estado inexistente. Así que reconózcalo: todos sujetos de los mismos derechos, todos sujetos a la misma ley, todos contribuyendo al mismo poder. Eso sí, los que más tengan y no pongan más, ¡qué vergüenza les deberá dar!