Sobre la educación: todo al revés

Ante la necesidad de enfrentar el futuro, buenos y malos de entre los legisladores buscan un excepcional acuerdo: por decreto, ¡no cambiemos nada!

¡Qué asombrosa capacidad tenemos los chapines de escoger mal! Ante la urgencia de progresar, preferimos escoger el pasado malo, que arriesgarnos a encontrar mejores opciones.

Las reacciones conservadoras ante el desarrollo del juicio a Ríos Montt y Rodríguez Sánchez son ejemplo visible. Debiendo escoger entre purgar la mala conciencia nacional y hacer como que aquí no pasó nada, muchos meten la cabeza en la arena como el proverbial avestruz. Actúan así incluso amas de casa y profesionales urbanos de clase media, que no tienen vela en ese entierro, para quienes dilucidar la suerte de los generales retirados no acarrea costos ni beneficios directos. Asombroso, repito.

Sin embargo, ése es apenas un ejemplo, pues la misma actitud se presenta en ámbitos menos vistosos, menos urgentes, pero igualmente importantes. Apenas el viernes pasado nos enteramos por los medios de comunicación que 89 diputados -más de la mitad de ese “Legislativo” que lleva ya once semanas sin legislar– se han puesto de acuerdo en una iniciativa de ley que dejaría sin cambios el magisterio, junto con otras carreras del diversificado.

Ante la necesidad de enfrentar el futuro y superar nuestras limitaciones en la formación magisterial, buenos y malos de entre los legisladores buscan un excepcional acuerdo: por decreto, ¡no cambiemos nada! La iniciativa, dice un entrevistado, busca dar un “blindaje” a la carrera magisterial.

Exacto, porque aquí lo que necesitamos es asegurar que, sin excepción y para siempre, los jóvenes puedan recibir una mala formación magisterial, listos para un empleo que no existe. Esto, la misma semana que se nos dieron a conocer los pésimos resultados que tiene el sistema educativo -privado y público por igual- en lenguaje y matemáticas. Y sigo asombrado.

Mientras tanto, un popular columnista, que ha hecho carrera de trollear arremete contra los que se atreven a protestar. Luego de exaltar a unos míticos “excelentes maestros, quienes se esfuerzan, caminan largas horas para llegar a sus escuelas, se comunican en los idiomas locales con los padres de familia o viven en las comunidades” atribuye en contraste los problemas de la mala educación a los maestros bochincheros, tapacarreteras y huevones (sus palabras). Como si cuestionar el statu quo fuera malo.

Desafortunadamente, esa situación sólo existe en la imaginación del columnista. Nuestros malos resultados educativos poco tienen que ver con la actitud y el sacrificio de los docentes, y son prevalentes entre todos: maestros quietos y díscolos, bilingües y monolingües, indígenas y ladinos. Porque todos por igual reciben una pésima formación magisterial. Esa misma formación que hoy los Padrastros de la Patria quieren tallar en piedra, para que tengamos mil años de chambonería institucionalizada.

La resistencia a reformar la carrera magisterial (hermana paradójica de la resistencia al juicio de Ríos Montt) es fruto malsano de mezclar conservadurismo con desinformación. Desinformación entre los estudiantes de magisterio, que siguen apostando a una carrera fallida. Desinformación entre los diputados buenos (que sí los hay), que esperan que las limitaciones a la formación magisterial bilingüe se resuelvan sosteniendo las fallidas escuelas normales. Desinformación como la que refleja el columnista citado, que atribuye la incompetencia a una supuesta mala voluntad de los maestros, cuando es fruto de su pésima formación y el escaso apoyo profesional que reciben en las escuelas. Conservadurismo entre todos, que prefieren dejar las cosas como están, antes que ceder para encontrar soluciones nuevas.

No cabe duda que el Mineduc y sus aliados en la Mesa de Formación Inicial Docente manejaron mal la introducción de la reforma a la carrera magisterial. Igual me apuro a agregar: los bandos en el Congreso en torno a la iniciativa de marras -los 89 a favor y los patriotistas y la GANA que se oponen- tienen poco qué ver con mejorar la educación y mucho con la politiquería más rastrera. Sin embargo, nada de esto excusa el conservadurismo de izquierdas y derechas que estamos viendo. Mantener lo que hay no resolverá nada.

Original en Plaza Pública

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