¿Se imagina usted lo que serviría a nuestra sociedad el ingenio que saca cuatro quintales de banano donde antes producía solo uno, en vez del empeño por que nada cambie?
Tras un año difícil, cuesta poco concluir con Einstein que si queremos resultados distintos, tendremos que hacer cosas distintas. Como soñar es fácil, empiezo por sugerir que este puede ser el año en que superemos el temor a la reforma agraria.
La confrontación fue el signo del 2012, en el agro más que en cualquier otra parte. “Disculpen señores, pero esto es una reforma agraria. ¡Es una reforma al régimen de propiedad!” Fue un cierre de telenovela, que le espetó Ricardo Villanueva, vicepresidente de la Cámara del Agro, a Daniel Pascual del Comité de Unidad Campesina. Solo faltó la trillada sentencia de la TV de suspenso: “continuará…”. Por supuesto, allí no terminó la cosa.
Imaginando un 2013 a partir de esa premisa, se nota lo que siempre ha estado presente, aunque a veces se nos pierda de vista entre los gritos y los alardes. El impulso de la Cámara del Agro, el motor que por medio siglo ha sostenido su resistencia a la reforma agraria y explica su virulencia, no es la razón, sino un sentimiento mucho más primitivo: ¡es el miedo! ¿De qué otra forma podría explicarse la frase de Villanueva, ante la simple evidencia de que las sociedades siempre han podido sacar más frutos a la tierra?
Para explicarme, le comparto unos números que encontré en el IV Censo Agropecuario de 2003. En 1950, dos años antes que Árbenz lanzara su reforma agraria, había en Guatemala 25,925 manzanas de cultivo de banano en 2,699 fincas. Recuerde usted que la caída de Árbenz se armó en torno al cultivo de banano, entonces mayoritariamente en manos de la tristemente célebre United Fruit Company. La producción total de banano ese año fue un poco más de 2.7 millones de quintales, es decir, 105 quintales de banano por manzana de tierra.
En el 2003 había 30,878 manzanas dedicadas al banano, apenas 20% más tierra. Sin embargo, el censo reporta 68,948 fincas de banano –¡25 veces más que en 1953! El mal sueño de la Cámara del Agro pareciera haberse cumplido, con una fragmentación brutal de la propiedad. Lo interesante, sin embargo, está en el rendimiento. En 2003 Guatemala produjo casi 11.4 millones de quintales de banano, 456.5 quintales por manzana –más de cuatro veces lo que se producía por manzana 60 años atrás. Eso sin contar que el mismo año, Nicaragua produjo 767.5 quintales por manzana –68% más que nosotros, con lo que aún había espacio para mejorar.
Basten estos datos para subrayar un hecho muy sencillo: la superficie de tierra disponible y la fragmentación de la propiedad no son, ni de lejos, los primeros factores limitantes para la producción de riqueza en este país. Al buscar estorbos resulta mucho más importante señalar el miedo. No el temor propagandístico que algunos infunden cuando asocian “reforma agraria” con los míticos comunistas (esos que debían comerse a los niños), sino el más vulgar miedo al cambio que tienen algunos empresarios del agro.
Es un temor que no les deja creer en sí mismos como agentes de cambio. ¿Qué habría pasado si, en vez de resistir con uñas y dientes al progreso con equidad, hubieran hecho esfuerzos por conseguirlo en las últimas seis décadas? ¿Se imagina usted lo que serviría a nuestra sociedad el ingenio que saca cuatro quintales de banano donde antes producía solo uno, en vez del empeño desesperado por que nada cambie?
De primera mano he escuchado a líderes empresariales –industriales y comerciales sobre todo– comentar los éxitos de la reforma agraria en otros países. Les he oído también decir que no todos los empresarios piensan igual. Pero siempre en privado, nunca rompiendo filas en público. Disculpen señores, pero esto se llama miedo. Es hora de cambiar esto, es hora de superar el temor.
Así que le dejo un primer deseo de año nuevo: que recordemos el 2013 como el año en que el CACIF le perdió el miedo a la reforma agraria. Que este año, en vez de imitar –una vez más– al proverbial avestruz, se animen los líderes empresariales a movilizar su ingenio y sus recursos para ser parte de la solución al problema de la productividad con equidad en el agro guatemalteco.