Jimmy Morales, el antipresidente por antonomasia, el neutralizador de la esperanza, el destructor de instituciones, llegó al poder elegido por el pueblo.
Un 6 de septiembre —hace casi cuatro larguísimos años ya—, más de 1.1 millones de personas [1] creyeron el cuento de «ni corrupto ni ladrón» y escogieron al humorista mediocre y a un partido de militares muy cuestionables para sacarnos del hoyo en que nos habían metido Pérez Molina y su banda de malandros. No contentos, bastaron siete semanas más y el dinero de un puñado de millonarios insensatos para que, un 25 de octubre, arriba de 2.7 millones de personas confirmaran en las urnas que querían a Morales para representarnos.
En otras palabras, más del doble de la gente que le creyó en la primera vuelta le creyó en la segunda. Y eso que más de un millón de personas que votaron en la primera vuelta —casi uno de cada cinco— no votaron en la segunda.
Pero no me detengo en la generosa credulidad de quienes pensaron que un tipo sin más mérito que contar malos chistes y contarlos mal era buena opción para presidente. Tampoco ayuda mucho detenernos en que tenían razón quienes denunciaban: «En estas condiciones no queremos elecciones». Si entonces no se pospuso el evento electoral, hoy es aún menos probable.
Por el contrario, pongamos atención a lo obvio: cada una de las personas que votó por Morales estaba empadronada. En algún momento de su vida juntó papeles, hizo la fila y sacó su DPI. Luego tomó el DPI, hizo la fila y se apuntó en el registro de ciudadanos. Estaba empadronado cada uno de los que en la segunda vuelta se sumó a quienes ya habían metido a una partida de mafiosos al Congreso, así fuera solo para confirmar en la presidencia al fantoche de esa mafia.
Más aún, estaba empadronado cada uno de los que votó por otra candidatura. Estaban empadronados los que, habiendo votado en la primera vuelta, no votaron en la segunda. Estaban empadronados los que de forma deliberada o por error anularon su voto y también cada uno de los que protestó dejando su voto en blanco. Estaban empadronados más de dos millones de personas que ni siquiera votaron en la primera vuelta. Casi más que los que eligieron a Morales en la segunda. Y estamos empadronados todos los que hoy, hartos de indefensión, nos sumamos a algún proyecto político. Y también los que actúan en política solo porque el cacique les dijo que lo hicieran o porque esperan alguna prebenda.
No se engañe: el que no se empadrona, el que se pone deliberadamente en situación de no poder votar o de dejar de votar, ya se dio por vencido, ya se quedó al margen.
Entenderá ya a qué voy: elegir gobernantes o rechazar candidatos es asunto de gente empadronada. No se engañe: el que no se empadrona, el que se pone deliberadamente en situación de no poder votar o de dejar de votar, ya se dio por vencido, ya se quedó al margen.
Haciendo números groseros, diremos que de 2015 para acá han llegado a la mayoría de edad alrededor de 1.4 millones de jóvenes [2]. Es más gente que la que votó por el tóxico Morales en primera vuelta. Y como primeras experiencias ciudadanas han tenido que sufrir los desmanes cotidianos del pacto de corruptos, que desmantela la justicia, exalta a los mafiosos, destruye la poca policía que tenemos, desvía los fondos públicos y protege a una élite roñosa. Chicos y chicas, se merecen algo mejor.
En septiembre pasado afirmaba el Tribunal Supremo Electoral que quedaban dos millones de personas sin empadronar. Y el período de empadronamiento termina el 17 de marzo. Quedan seis semanas y media para apuntarse. Esta elección, como todas, la decidirá la gente con voto, ya sea que lo ejerza o no. Más vale que los que queramos algo distinto concretemos nuestra voz. Así que vaya a empadronarse. Hasta le pongo el vínculo aquí. ¿Qué más quiere? Asegúrese de que la gente a su alrededor no tenga la ignorancia como excusa. De lo contrario, luego solo quedará quejarnos con la persona en el espejo.
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[1]Para ser precisos, fueron 1,152,394 en la primera vuelta electoral y 2,751,058 en la segunda.
Resultados de las elecciones generales de 2015 en Guatemala (partidos que llegaron a segunda vuelta)
Fuente: basado en datos del Tribunal Supremo Electoral de 2016 (Memoria de elecciones generales y al Parlamento Centroamericano 2015, Guatemala).
[2]Disculpas anticipadas a los demógrafos, ya que la forma en que lo estimé no tiene nombre, pero fue con estos datos.
Ilustración: Fui yo (2024), Adobe Firefly