Cosas que aprendí por la lectura

Lo primero que aprendí con la lectura fue a nombrar. Siendo muy pequeño aprendí que los colores tienen nombre y las formas también. Tienen nombre los elefantes, las flores y los carros de bomberos.

Con la lectura aprendí que mis padres me amaban. Porque en casa tenían libros en cada habitación. Me leían, yo sentado en su regazo o quizá ellos al borde de mi cama. Yo, embelesado, escuchaba mientras descifraban los textos y señalaban los dibujos.

Con la lectura aprendí a imaginar. Aprendí que había una vez una princesa en un mundo encantado y también un sapo que en verdad era un príncipe. O tal vez era al revés. Con la lectura aprendí a viajar por mundos que construía mi ingenio, interesantes o divertidos, temibles a veces. Pero siempre aprendí sin límite.

A los cuatro o cinco años la lectura me dio su mayor secreto: con la lectura aprendí a leer. Porque, poco a poco y bien hecho, a leer se aprende leyendo. Primero, con dibujos. Después, con garabatos. Garabatos que copiaba, que adquirieron voz propia: a-ma, am-a, ¡ama! Ma-ma, mam-a, ¡mamá! Las palabras, construidas de sonidos, construidas con letras, se volvieron como amigas reconocidas a la distancia. Apúrate. Allá va otra. Co-re, cor-e. Alcánzala antes de que se escape: ¡corre!

Y corrí. Las carreras en el patio fortalecieron mis piernas porque sirve el ejercicio para que crezcan los músculos. Así es la evolución. Y el cerebro aprendió hace medio millón de años a pensar para cazar y cosechar. De modo que basta pensar para que crezca. Pero al leer crece muchísimo más. Sin embargo, leer es invento nuevo: apenas tiene cuatro mil años. Es difícil y necesita abundante práctica. Tuve suerte y me amaban: leí mucho, leí de todo. Y la lectura generosa me enseñó de todo.

Con la lectura aprendí que enrollar un alambre sobre un clavo y conectarlo a una batería crea un imán. Con la lectura aprendí que hay bichos microscópicos que tienen nombre y nos enferman. Con la lectura aprendí que hace tiempo John Snow explicó cómo viajan esos bichos en el agua y causan el cólera. Con la lectura aprendí también sobre la doctora Curie, que extrajo radio de la pechblenda y le dio nombre a la radiactividad. Con la lectura aprendí que es la misma radiactividad que usó Röntgen para hacer las primeras radiografías. Con la lectura aprendí, mucho después, a ser médico.

Y seguí leyendo y seguí aprendiendo. Con la lectura aprendí que no solo los bichos causan enfermedades: también la gente. Que estar enfermo y ser pobre van juntos. Con la lectura aprendí que la riqueza circula, pero no alcanza, que se concentra. Aprendí que a eso le llamamos economía. Con la lectura aprendí que el poder también se concentra y lo llamamos política.

Con 155 estantes de editoriales, librerías y otras instituciones, ¿cómo no encontrar en la Filgua algo nuevo que aprender?

Con la lectura aprendí que la psicología y la neurociencia exploran nuestras extrañas costumbres y aún más extraños prejuicios, los míos incluidos. Porque con la lectura —un par de páginas de los evangelios cada día— aprendí cuentos para gente mayor. Aprendí que había una vez quien naciera de virgen y resucitara. Pero también con la lectura aprendí que las lecciones de los sabios semitas de la Edad de Hierro sirven solo a veces y maltratan mucho. Aprendí que las parábolas son hermosas, pero no explican todo ni explican siempre bien. Con la lectura aprendí a cuestionar, a pensar. Con la lectura aprendí a ser curioso, a viajar por mundos que constatan mis sentidos y que explora mi razón, interesantes o divertidos, temibles a veces. Pero siempre aprendí sin límite. Porque a los libros nunca se les teme. Y si un libro es amigo, cien lo son más.

Ahora tenemos una nueva oportunidad para aprender. Porque la Feria Internacional del Libro en Guatemala empieza mañana, 12 de julio, en Fórum Majadas y dura hasta el 22. Con 155 estantes de editoriales, librerías y otras instituciones, ¿cómo no encontrar algo nuevo que aprender?

Aprendamos sobre Francia. Aprendamos del ciclismo o sobre cuentacuentos bilingües. Aprendamos del marqués de Sade. Aprendamos sobre los mundos interiores que labran autores en novelas guatemaltecas y mundiales. Aprendamos de cocina, del islam, sobre la guerra y la paz. Aprendamos sobre nuestra patria dura o pura. Compremos libros a precio pleno. Compremos libros con descuento. Encontremos a los viejos amigos, pero también las nuevas publicaciones. Aprendamos a escribir y a traducir. Aprendamos a enseñar a leer. Porque hay que hacerlo bien y porque urge. Vayamos, leamos, aprendamos.

Ilustración: Un portal mágico (2024), Adobe Firefly

Original en Plaza Pública

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