María Consuelo Porras: entre lo justo y lo posible

La semana pasada, ya lo sabemos, el presidente Morales nombró a la sucesora de Thelma Aldana como jefa del Ministerio Público.

Todavía, y por breve tiempo, se vale referirse a María Consuelo Porras como sucesora de. Es igual que cuando decimos esposo de o esposa de para aludir al cónyuge oscuro de alguien famoso y por la misma razón: aún no ha hecho méritos propios en el puesto.

Pero esto no durará mucho. El baremo lo pusieron sus antecesores. Desde auténticos cuatreros y gente manchada por posibles vínculos con el narco hasta las gestiones de Claudia Paz y Paz o de Thelma Aldana, que recién ha presentado su último informe y reconoció sin reservas a la Cicig y a su comisionado, Iván Velásquez. Porras tendrá que colocar su propia marca en esa escala. Entre el negro y el blanco, dentro de la inmensa zona gris que los media: hacer daño, hacer lo posible sin cambiar nada, hacer lo correcto por razones incorrectas, o concretar lo imposible y hacer lo justo.

Como sus antecesores, Porras enfrenta una encrucijada. No es una simple disyuntiva profesional, sino un asunto profundamente personal. Y aunque los matices de gris sean muchos, para la nueva fiscal general todo se reduce a dos opciones: escoger entre hacer lo posible o hacer lo justo. Antes de ella, cada fiscal general ha debido escoger: o hace lo posible —lo posible permitido o lo posible ilegal— o embarcarse en lo imposible. Paz y Paz se comprometió con la imposibilidad de completar la justicia pendiente desde la guerra y ayudó a abrir una puerta que cruje, pero que hoy está abierta. Aún lo paga con persecución y lejanía. Porque hizo lo justo.

Y nadie ilustra el dilema tan bien como Thelma Aldana, la fiscal general saliente. Debiendo escoger, se decantó por la imposibilidad de ser seleccionada por un presidente corruptísimo y aun así mandarlo a la cárcel. Porque era lo justo.

Ante este dilema, el tiempo ya corre para Porras. No simplemente para nombrar colaboradores, tomar el cargo o perseguir crímenes que no debieran ser ya algo especial. El tiempo que corre para ella es mucho más personal, mucho más profundo. Es el tiempo en que deberá decidir si lo que le queda de vida es para ver a los ojos a las personas que la rodean y a la ciudadanía y saber que ha hecho lo justo, así sea costoso, o, por el contrario, si será el tiempo para hacer lo posible, para construir las excusas que se tendrá que decir a sí misma por las componendas, los favores o las mentiras.

Porras enfrenta hoy la decisión que la marcará hasta su muerte.

Porras enfrenta hoy la decisión que la marcará hasta su muerte. Lo obvio es hacer lo posible para una esposa de militar en la legalidad eternamente sofocada por el privilegio. Lo posible es pagar las cuentas que la llevaron hasta el Ministerio Público. Pero lo justo es ejercer la justicia urgente, esa que recuerda que aquí todos somos ciudadanos con derecho y parte en el Estado y que el crimen se paga, sobre todo si es del poderoso. Lo justo es empujar la rueda, adelantar la justicia en el mismo camino pedregoso y peligroso en que la precedieron Aldana y Paz y Paz: ese camino en que le acompañan hoy la Cicig e Iván Velásquez.

Porras tendrá que resolver este dilema en el fuero de su conciencia antes que en el despacho del Ministerio Público. Lo demás será actuar. Eso la convierte en modelo y reflejo para usted y para mí, para cada ciudadana o ciudadano. Cada uno somos una Consuelo Porras y su dilema es el de cada uno. Porque cada uno debe escoger. Podemos hacer lo posible, ser como el puñado vociferante, enano en número, pero más aún en espíritu, que con tal de sostener su privilegio da coces contra la historia. Podemos fijarnos más en nuestro origen que en nuestro destino.

O podemos hacer lo justo. Cualquiera que sea nuestro origen, el camino que nos trajo hasta aquí, podemos reconocer que hoy la historia nos da la excepcional oportunidad de decidir lo que seremos en adelante. Confiemos en que Consuelo Porras sepa reconocer esta exigencia, esta oportunidad. Sobre todo, confiemos en que sepa hacer lo justo, que es hacer una Guatemala justa.

Ilustración: Sin el saco a cuadros (2024). Adobe Firefly

Original en Plaza Pública

Verified by MonsterInsights