De la noche a la mañana, todos nos hicimos expertos constitucionalistas. Los abogados discuten, y detrás, la ciudadanía, como si supiera de qué habla. Que si Velásquez se excedió en su mandato. Que si el presidente incurre en inconstitucionalidad. Que si la corte puede amparar un asunto de relaciones exteriores. Enredados epiciclos de los que poca gente sabe algo y en los que aún menos es la que cuenta.
Hagamos algo más sensato como ciudadanos. Reconozcamos que el embrollo es un asunto de poder (o sea, de política) y preguntemos quién se beneficia (eso significa cui bono) con las acciones que estamos viendo.
Empecemos con lo obvio. Morales expulsa a Velásquez. El presidente y sus adláteres alegan «injerencia extranjera». A usted le gusta la idea. Quizá se le ronca la gana rechazar el papel de la Cicig y de su comisionado actual solo porque sí. Tal vez no le gustan las barbas o los colombianos. Pero, si me sale con que se injuria una inespecífica soberanía nacional, va a tener que darme más explicaciones. ¿A quién beneficia esa expulsión, ese alegato de injerencia? Concretamente, ¿cómo lo toca a usted este asunto de la soberanía? ¿Cómo aumenta la soberanía el ingreso nacional? ¿Cómo hace funcionar los hospitales, crea empleo y mejora los salarios, nos hace más felices, más fieles o más justos? Explíqueme cómo su rechazo a la supuesta injerencia de la Cicig mejora la justicia, combate la corrupción, reduce el latrocinio u optimiza la transparencia del Congreso.
Quizá quiere apoyar la decisión de Jimmy Morales solo porque sí. Tal vez a usted la cara del presidente le recuerda al bueno de su tío Antonio y, en cambio, Velásquez se parece a don Tono, el agiotista de la tienda de la esquina. Pero, si sale con una inespecífica lealtad a la nación, va a tener que dar más explicaciones. Por ejemplo, explique cómo su lealtad patria —hoy tan herida, dice— ayuda a aclarar los casos de defraudación fiscal del hijo y del hermano de Morales. Cómo su amor patrio, supuestamente hoy tan mancillado, avanza los procesos en contra de Pérez Molina y Baldetti. Cómo ayuda a encontrar a Sinibaldi, el financiador procaz. Dígame cómo jurar a la bandera sin acentos sudamericanos mejora la calidad de nuestros jueces y tribunales. Cómo específicamente.
Así que no venga con generalidades de patria o pueblo. Señale qué niño tiene hambre porque Velásquez señala con ahínco a los familiares corruptos del presidente. Aclare qué casas quedaron soterradas por un deslave causado por las investigaciones de la Cicig. O qué niñas murieron quemadas por el activismo de Velásquez en favor de reformas a la Constitución. Explíqueme dónde está el mal para la ciudadanía en destapar la cloaca del obvio financiamiento ilícito de los cuatro partidos más grandes de la elección pasada.
Y si dice que la bronca es solo con Velásquez, que él politizó la justicia, explíqueme cómo se beneficia él. Explique qué justicia se politizó y cómo. Confío en que, para usted, justicia no es el derecho eterno de los más ricos, poderosos o aprovechados a actuar con impunidad, como lo han hecho siempre. ¿O usted está con ellos?
Ahora veamos el otro lado del cui bono. De repente tiene razón y todos ganamos gracias a Jimmy, el adalid de la jura a la bandera.
¿Quién se beneficia con lo que ha hecho Jimmy Morales? No en general, sino concretamente. ¿Nos beneficiamos usted y yo o se beneficia él?
¿Quién se beneficia con lo que ha hecho Jimmy Morales? No en general, sino concretamente. ¿Nos beneficiamos usted y yo o se beneficia él? ¿Habrá menos pobres, mejores tribunales, más transparencia? ¿Quién se beneficia en concreto? ¡Resulta que él! Recibió dinero anónimo en campaña. No documentó quién se lo dio, y eso ya era ilegal cuando lo hizo y él lo sabía. Era ilegal cuando dijo «ni corrupto ni ladrón». Con estorbar a la Cicig se beneficia él y solo él, allí mismo. Y se benefician su hermano y su hijo, también encausados. Y se benefician los procesos de Roxana Baldetti, de Otto Pérez Molina y de los demás pícaros del Mariscal Zavala. ¿En serio es esto lo que quiere, beneficiarlos a ellos, o ya abdicó por completo de pensar?
Está bien tomar partido, pero, por su bien, no conviene tomar el de los pendejos redomados, el de los peones de las lacras del país. Se vale ser analfabeto, ¡hasta indiferente!, pero, ante las preguntas de quién se beneficia y a quién se daña, no se vale escoger tan mal, que insulta su propia inteligencia.
Ilustración: Cui bono (2024), Adobe Firefly