Cayó el Muro de Berlín en 1989 y quisimos ver la llegada del nuevo milenio. Estados Unidos había ganado la Guerra Fría. Triunfaba el bien sobre el mal, el sueño liberal-democrático sobre el último imperio autoritario.
La historia, por supuesto, resultó más complicada. Antes que ganar alguien la Guerra Fría, la había perdido la Unión Soviética. Gorbachov nomás acertó el tiro en la cabeza del zombi que hacía ratos caminaba muerto y Yeltsin lo enterró. Todo para que Putin trocara la ocurrencia de una Rusia liberal por un renuevo tan autoritario como el del zar Nicolás.
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