No saldrán los hombres de casa, que son para dar gusto a la mujer y procrear. No para hacer como coroneles o ejecutivos, abominables a mis ojos.
Junto a la hoguera se me manifestó la Madre Universal y me dio su mandato. Anota mi receta, me dijo, y no cambies una letra, pues soy tu madre. A la que cambie una medida de esta receta, la expulsaré de mi cocina, y con ella a sus hijas, sus gallinas y sus gatos.
Dile a mis hijas, las que me son fieles, que les daré toda La Cañada, sí, y hasta Escuintla. Del Pacífico y hasta El Salvador, ésta será tu heredad, la tierra de tus hijas y tus nietas por siempre, porque así lo quiero. A quien se atreva a estorbarte en tu tierra, yo le negaré mi pecho nutricio, y de seguro morirá. A quien estorbe en tu cocina, le arrancarás la comida, pues no merece vivir.