Tag: privatización

  • Regresión infinita

    Nada será solución si no tiene detrás un Estado competente, un Estado que quiera bien, pero que además pueda.

    En más de una ocasión me he divertido viendo entre dos espejos mi reflejo reflejarse en una regresión infinita. Apostaría a que usted también.

    Al entrar en algún ascensor con espejos habremos jugado con la imagen que se repite una y otra vez. Como una hilera de coristas, a izquierda y derecha se extienden las réplicas cada vez más pequeñas, haciendo al unísono nuestra voluntad. Es como abrir una puerta al infinito.

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  • Participación privada en la educación

    Por malentendida solidaridad, los dueños de empresa, beneficiarios netos de un buen sistema educativo, callan ante las debilidades de la educación privada. Es una lealtad desafortunada.

    La educación es un derecho humano universal. Es un derecho, porque el Estado reconoce su goce a las personas, por su mera ciudadanía. Es un derecho humano, pues permite a las personas su más plena realización, simplemente por existir.

    Aún a riesgo de redundar, agrego que es un derecho humano universal, pues no admite exclusiones ni diferencias. Todos debemos tener oportunidad de una educación con calidad y alcances similares, sin depender de nuestra condición social, etnicidad, credo o capacidad de pago.

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  • Humo y espejos en la educación

    Educación es tanto función de reproducción social y nacional, como individual. Lo que ocurre en el hogar no logra escapar de lo que pasa en las instituciones sociales y del Estado.

    Hace una semana, Fritz Thomas publicó en Prensa Libre una columna que distingue entre “Estado educador” y “Estado que educa”. El argumento es errado y espurio.

    El argumento yerra por partir de la separación de los artículos constitucionales 71 (Derecho a la educación), 73 (Libertad de educación y asistencia económica estatal) y 74 (Educación obligatoria), sin considerar que todos juntos y con el resto de la Constitución, mandan y explican la responsabilidad educativa del Estado.

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  • Secundaria pública para mis nietos

    Es como la diferencia entre la gallina y el cerdo en el plato de huevos con tocino. Por mucho que digamos estar comprometidos con la educación pública (como la gallina), no estamos involucrados en ella (como el cerdo).

    Es irónico que la mayoría de quienes dirigen la educación pública u opinan sobre ella, eduquemos a nuestros hijos en colegios privados. Yo, el primero.

    Con mucho esfuerzo, mis padres clasemedieros me matricularon en un colegio privado. Sin mucho pensarlo, repetí la práctica con mis hijos y pagué las cuotas elevadas. No estoy solo. Igual entre ministros y viceministros de educación, presidentes, sindicalistas, columnistas y empresarios. Queriendo lo mejor para los propios hijos, la mayoría pone a sus hijos en colegios privados, a la vez que opina sobre la educación pública.

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