Nada será solución si no tiene detrás un Estado competente, un Estado que quiera bien, pero que además pueda.
En más de una ocasión me he divertido viendo entre dos espejos mi reflejo reflejarse en una regresión infinita. Apostaría a que usted también.
Al entrar en algún ascensor con espejos habremos jugado con la imagen que se repite una y otra vez. Como una hilera de coristas, a izquierda y derecha se extienden las réplicas cada vez más pequeñas, haciendo al unísono nuestra voluntad. Es como abrir una puerta al infinito.