Lo único que determinará dónde se coloque quien gane la elección, si en el extremo de la caricatura obscena o hacia el fulcro ideal, será la presión ciudadana.
Imagine un continuo. En el centro se balancea el candidato ideal. En cada extremo están, respectivamente, las caricaturas de Sandra Torres y Jimmy Morales.
La ciudadanía aspira al ideal, y los candidatos buscan convencernos de que lo son. Hoy, por la corrupción, pedimos sobre todo gente honesta. Anclado en buenas políticas, un liderazgo que haga crecer la economía, la inversión y el empleo. Que no esté sujeto a los grandes capitales o al narco. Con ministros competentes, queremos un líder que se lance a dividir las aguas del mar de problemas que nos ahoga: superar la pobreza, acabar con la violencia, educar a todos, dotar de medicinas los hospitales, construir carreteras, ganar credibilidad internacional, cobrar impuestos con justicia. En fin, una maravilla inexistente, pero que sirve para medir a los candidatos de verdad.
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