Apreciamos mucho la libertad. Cualquiera que ha visto a un niño pequeño patalear sobre el regazo de su madre que no lo deja ir sabe que el ansia de libertad la traemos muy adentro.
En los últimos años ha cobrado notoriedad el hallazgo científico de que la acción precede a la intención: nuestro inconsciente y el resto de nuestro cuerpo actúan primero. Solo después de iniciada la acción se entera nuestra mente consciente. Para el neurocientífico, esto cuestiona la existencia del libre albedrío. Pero para usted y para mí da igual: seguimos experimentando la vida como si fuera nuestra soberana voluntad la que marca el paso. Y valoramos enormemente que así sea.
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