Tag: pobreza

  • La desnutrición no es un objeto de política pública, es un indicador de una formación social que debe cambiar

    La desnutrición no es un objeto de política pública, es un indicador de una formación social que debe cambiar

    Aunque parezca absurdo, la desnutrición no es un problema a resolver, y escasamente es un obstáculo a la productividad. Para el caso de Guatemala, en cambio, la desnutrición es un rasgo sustantivo de la forma en que se organiza su economía. Sí, la pobreza conduce al hambre, y el hambre puede afectar la productividad; pero la relación entre hambre y productividad también puede caminar en dirección opuesta. Esto en Guatemala es real: el hambre no estorba la acumulación, sino que señala la forma en que esta se realiza.

    La niñez guatemalteca con hambre es el saldo de un cálculo económico específico y reconocible. Es asunto de física fundamental: las personas consumimos para nuestro mantenimiento la diferencia entre lo que recibimos de la naturaleza o de otra gente y lo que damos a esa misma naturaleza o a otros. El tamaño de tal diferencia define, en lo individual y en lo social, lo bien o mal que podemos estar; incluyendo cuánto de nuestro potencial de estatura realizamos. Así, las niñas y niños desnutridos concretan en su cuerpo el balance producido por una forma de acumular riqueza que se predica, no en incrementar la productividad y así aumentar lo que queda disponible a las personas, sino en extraer de ellas todo lo que sea posible, sin apenas invertir algo de vuelta.

    (más…)
  • Escapar de la pobreza: una meta móvil

    Escapar de la pobreza: una meta móvil

    Recientemente un periodista de opinión se quejaba de que la pobreza en Guatemala persiste y se agrava nomás porque las agencias que la miden continuamente cambian lo que cuenta como pobreza.

    Examinemos la evidencia, que siempre es importante evitar el razonamiento desordenado. No sea que se nos tache de insolentes. Empecemos con lo obvio: el periodista tiene razón. La definición de pobreza ha cambiado en el tiempo. Antes bastaba definirla como categoría o en función de un umbral de ingresos. Hoy, por el contrario, los expertos se debaten entre conceptos basados en ingreso, consumo y percepción de bienestar, y en el caso de la pobreza multidimensional no solo buscan quién es pobre, sino también de qué forma es pobre.

    (más…)
  • Discutamos las raíces de la migración irregular

    Discutamos las raíces de la migración irregular

    Llega un niño solo

    Llega un niño solo a la frontera sur. ¿Por qué? Porque sus padres, desesperados o imprudentes, lo confiaron a su suerte en la travesía. ¿Por qué? Porque su comunidad es tan peligrosa que prefieren dejarlo a merced de coyotes, de la Policía mexicana y de milicianos republicanos en Texas que esperar que lo reclute el marero. ¿Por qué? Porque ese marero fue devuelto del Norte sin más opciones que los grilletes en que venía. Porque en esa comunidad nunca hubo policía. Y la única autoridad que vale es de un Ejército que solo ha aparecido para reclutar a la fuerza, cometer masacres y custodiar las transacciones de los narcos. Y porque en esa comunidad no hay empleo: ni para los padres del niño ni para el marero en quien se convertirá. Menos aún hay empleo en la escuela a la que apenas fue. ¿Por qué? Porque hay que pagar las facturas de un seguro de salud que consume la poca plata disponible. ¿Por qué? Porque la educación, igual que la salud, la agricultura, la vivienda y la infraestructura, no es política de desarrollo, sino apenas oportunidades de empleo para correligionarios y contratos para socios y amigos.

    (más…)
  • La posfrontera

    La posfrontera

    Cayó el Muro de Berlín en 1989 y quisimos ver la llegada del nuevo milenio. Estados Unidos había ganado la Guerra Fría. Triunfaba el bien sobre el mal, el sueño liberal-democrático sobre el último imperio autoritario.

    La historia, por supuesto, resultó más complicada. Antes que ganar alguien la Guerra Fría, la había perdido la Unión Soviética. Gorbachov nomás acertó el tiro en la cabeza del zombi que hacía ratos caminaba muerto y Yeltsin lo enterró. Todo para que Putin trocara la ocurrencia de una Rusia liberal por un renuevo tan autoritario como el del zar Nicolás.

    (más…)
  • «Bullshit jobs» a la Tortrix

    «Bullshit jobs» a la Tortrix

    En el capitalismo avanzado, los académicos que se interesan en el mundo del trabajo se preocupan cada vez más por el aumento del empleo sin propósito y sin dignidad.

    Fue David Graeber, profesor de Antropología de la Escuela de Economía de Londres y activista anarquista, quien acuñó el término bullshit job (empleo de mierda) para referirse a cierta variedad de ocupaciones que proliferan en el capitalismo moderno. Estas se caracterizan no solo por que son despreciadas por la mayoría de las personas, sino por que tampoco son valoradas por la misma gente que las desempeña.

    (más…)
  • Pobrecidio

    Así como hay una tarea importante de justicia material para con los pobres y las víctimas de la guerra, hay una crítica tarea de reformar nuestras maneras y nuestro lenguaje.
    A Don Álvaro, que ya para entonces pasaba de los 80 años, se le llenaron de lágrimas los ojos, al recordar lo que llegó a conocerse como la Masacre de La Cañada.
    –Llegaron unos quinientos, lo recuerdo como si fuera ayer. Estaba supervisando la reparación de mi Range Rover cuando nos sacaron a pura patada y culatazo. Nos llevaron por toda la calle. Habían botado la talanquera, y por la entrada de la garita nomás se veían los pies del guardia muerto, tirado en el piso. Nos juntaron a todos en la iglesia de San Judas Tadeo, tan bonita que era, redonda, allí en la novena calle, cerquita de la Avenida de las Américas. Ahora solo hay un baldío. Nos encerraron allí. Cuando al fin entendimos, ya le habían prendido fuego. No sé cómo logré salir por la ventana de la sacristía. Me voy a ir a la tumba con la imagen de los ojos del Johnny (¡su mamá siempre lo decía así, Yoni!), canchito. Todavía tenía puesto el uniforme, acababa de regresar del karate…

    Absurdo, ¿verdad? Sin embargo, la historieta quizá sirva para explotar aquella capacidad tan particular de los humanos –la empatía– y nos ayude a ponernos en los zapatos de otro, en el de las víctimas. Aún en campaña, el Presidente negó que en Guatemala hubiera habido genocidio. Démosle por un momento el beneficio de la duda, y supongamos que las masacres –ya constatadas más allá de la duda– no hayan tenido una dedicatoria étnica, y preguntémonos a quiénes sí alcanzaron.

    Durante la guerra, la muerte en masa, esa de fuego y anonimato de las víctimas, de fosa común y negación, fue aplicada con exclusividad a los pobres del campo. Mientras que personas de la clase media, e incluso algunos hijos de la élite fueron muertos uno por uno, o sufrieron la funesta “desaparición” por pertenecer a la guerrilla, incluso simplemente por señalar la injusticia, esto de morir amontonado fue solo para los pobres. Gente considerada tan distinta de quienes planearon los ataques, y de la clase media y alta que vivíamos en la ciudad de Guatemala, que a nuestros ojos habrían podido vivir en otro planeta.

    Justo antes de la Semana Santa me vino a la mente este pensamiento, cuando un colega compartió con indignación un mensaje de Twitter transmitido en referencia a la marcha campesina de esos días:

    “Caminata de campesinos se desplaza por el km 20, de la CA-9 norte, hacia la capital. / Malditos insectos”.

    No sería esta la primera vez que alguien usara el mote de insectos para denigrar la humanidad de otros. “Cucarachas” era el término que los genocidas aplicaron a sus víctimas Tutsi en Ruanda.

    Afortunadamente, lo nuestro no es un frenesí asesino, sino más bien los estertores ignorantes de una guerra que se resiste a terminar.

    En este contexto, el Presidente enfrenta una necesidad de corto plazo: asegurar la gobernabilidad. Esto incluye mantener tranquilos a los poderosos que dentro del Ejército sienten ya demasiado cerca la justicia, así sea sobre la cuestionable base de negar el genocidio para encontrar una salida jurídica. Sin embargo, a nosotros debe ocuparnos una consideración de más largo aliento: construir una sociedad más justa. Mientras él se ha dado el lujo de navegar cerquita de la injusticia, nosotros podemos ser más exigentes. Expresiones como la descrita deben ser señaladas como malignas, erradicarse de nuestro lenguaje y extirparse de nuestra conciencia. No a base de callar al que las usa, sino que señalando lo repugnantes que son.

    Es poco probable que los ya adultos enmienden las pulsiones que les hacen racistas y clasistas. Sin embargo, así como hay una tarea importante de justicia material para con los pobres y las víctimas de la guerra, hay una crítica tarea de reformar nuestras maneras y nuestro lenguaje. Le debemos a nuestros hijos y a los más jóvenes el crecer en una sociedad donde no haya –ni siquiera en nuestro lenguaje– un “otro” deshumanizado.
  • Menos ruido y más nueces

    Mi Familia Progresa ha sido la iniciativa del gobierno criticada de forma más estridente. Mientras que ante al problema de la violencia las quejas se han centrado en la poca eficacia del gobierno, en el caso de Mi Familia Progresa paradójicamente los reproches se fijan en lo que sí se hace. Un reproche importante se ha vertido sobre los valores que ello representa.

    El éxito de los programas de transferencias monetarias condicionadas está ligado a la calidad de los servicios a los que asisten los beneficiarios.

    Esto no es banal. En una sociedad donde lo usual es la ineficacia gubernamental, aquí tenemos el caso contrario: aunque están pasando cosas, la crítica no cesa.

    (más…)
Verified by MonsterInsights