Basta ser ciudadano para decir aquí, hoy: estoy harto de la rapiña. No quiero sus proclamas insolentes en la Plaza de la Constitución, ni sus magistrados abyectos, sus jueces rastreros.
No hace falta ser comunista para levantar la voz ante tanto agravio. Cuán confundidos nos dejó la historia, que aún hay gente que piensa que pedir justicia para los ixiles pudiera ser un simple asunto de venganzas políticas.
No hace falta ser guerrillero para indignarse ante el hambre y la miseria rurales. Cuando las columnas de gente del campo descienden sobre la Capital complaciente, pidiendo ser oídas, pidiendo tierra, sobre todo pidiendo oportunidades, lo fácil es dejarse llevar por la patraña absurda y egoísta que dice que lo primero es el «derecho a la libre locomoción». (más…)