Tag: impuestos

  • Tanto dinero

    La élite económica del país debe pagar más impuestos, debe pagar primero.

    Aceros de Guatemala enfrenta demandas por defraudar al fisco. Para quitarse de encima la intervención que mandó la corte, el 8 de mayo pagó de golpe 782 millones de quetzales en impuestos y multas.

    Eso es muchísimo dinero. Para ver cuánto, imagínelo físicamente. Al tipo de cambio actual es poco más de 100 millones de dólares. Esa cantidad llenaría completamente un palé —esas plataformas de madera que sirven para transportar mercancías— ¡en billetes de $100! Así que serían 7 palés en billetes de Q100 y 700 palés en billetes de Q1. Toda una bodega repleta de billetes es lo que pagó Aceros de Guatemala de una vez.

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  • Para mejorar la educación: reconocer los éxitos y cómo se consiguieron

    Encontrar soluciones eficaces exige aprender de lo que ya funcionó, y el pasado habla con elocuencia: concentrarnos obsesivamente en la secundaria, ampliar explosivamente los servicios públicos educativos en este nivel, hacerlos más eficientes.

    Para aprender importa más una buena pregunta que desvelarse buscando la mejor respuesta. Nunca más cierto que al enfrentar los retos del sector educativo.

    Vista por sus resultados, sin duda la educación tiene problemas. Ni 6 de cada 10 estudiantes completan los nueve grados que manda la Constitución. Pocos van a la preprimaria o al diversificado. Peor aún, entre los que van a la escuela, pocos aprenden algo. Menos aún aprenden a pensar.

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  • Informa Contabilidad que usted también puede defraudar

    ¿Realmente no ven relación alguna entre su conducta, la mafia de La Línea y la debacle que es el Estado guatemalteco?

    Pareciera que no entendemos que lo que ocurre en el ámbito de la sociedad está íntimamente amarrado con lo que hacemos como individuos. Déjeme poner un ejemplo.

    Soy propietario de una oficina. Junto con recuerdos de alguna gente brillante y divertida es lo que me quedó de una empresa de consultoría en la que participé hace dos décadas. Periódicamente debo pasar el calvario de buscar un nuevo inquilino. Esta vez conseguí una empresa de bienes raíces para ahorrarme el dolor de cabeza. Una corredora amable encontró el inquilino, y yo volví a ser un feliz miembro de la clase rentista.

    Hasta allí, nada nuevo.

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  • ¿Un conservador atrevido?

    El conservador atrevido salta sin red, pues entiende que si no lo hace nunca será creíble, nunca será digno de confianza.

    Hace un año publiqué un ensayo en la revista Nueva Sociedad sobre las nuevas derechas en Guatemala. Entre estas destacaba una que llamé los reformistas tímidos: hijos de la élite que quieren algo mejor, que saben que les conviene cambiar, pero que no se atreven a romper abiertamente con la tradición oligárquica.

    Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente. Abril marcó un parteaguas. La ciudadanía perdió miedo y se deshizo de un presidente y de una vicepresidenta corruptos, casi un centenar de exfuncionarios y hasta algunos empresarios enfrentan a la justicia y fue electo un outsider ¿cándido? como siguiente mandatario. Desde las aduanas, la ola de anticorrupción que desató la Cicig se expande a los servicios de salud e incluso amenaza con mojar los pies del inexpugnableliderazgo empresarial.

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  • Diálogo entre don Avarino Cacifón y el administrador de su fábrica de tortillas

    Cualquier emprendedor lo sabe: primero se invierte, luego se produce y finalmente se gana. Estos, en cambio, lo quieren al revés.

    Parado en la esquina del mercado, mientras esperaba el bus, era imposible no escuchar la conversación. El hombrecito moreno pedía con insistencia, y el otro, un tipo gordo y rosado, iba levantando cada vez más la voz.

    Don Avarino, fíjese que necesito más plata pa’ la fábrica de tortillas, que la cosa no está caminando, usté.

    —¿Cómo así que no está caminando?

    —Pues sí. Fíjese que no está saliendo la cantidad de tortillas que necesitamos.

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  • Administramos miseria

    No confundamos la infamia del ladrón con la miseria del pobre, con la miseria de nuestro Estado de pobres.

    El clasemediero vive en el dilema. Puede tenerlo todo, pero no todo a la vez. Aprende a ser frugal, pero las opciones son buenas: ir al cine o salir a cenar, tomar vacaciones o ahorrar para el carro nuevo.

    El dilema del pobre es malo. Tener algo, por poco que sea, siempre exige renunciar a otra necesidad básica. Si come, no tiene para vestir. Si consigue para el techo, sacrifica la comida y el vestido.

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  • El crecimiento sin equidad, no crece

    Se nos han ido los años queriendo crecer con mirada de corto plazo, pidiendo prebendas para el que ya tiene, con la excusa de que producirá más. Aunque tres décadas de exenciones no hayan acelerado la economía, y la pobreza persista.

    Supongamos que juntos ganamos 100 quetzales al mes. Supongamos que para llegar a fin de mes se necesitan 15, que usted gana 20 y yo 80. Usted está contento: tiene para vivir y le sobran cinco.

    Yo estoy aún más contento. De mis 80, uso 15 y me quedan 65. Ahora supongamos que para vivir hacen falta 25. Yo sigo tranquilo: me quedan 55, que es bastante. Pero usted está en aprietos: le faltan cinco para llegar a fin de mes. Dicho en sencillo, es pobre. ¿Qué hacer?

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  • Hacer negocios, tener negocios

    Para quienes están fuera de este grupo selecto, hoy no queda sino dejar una marca grasosa con la nariz en la ventana de la prosperidad.

    Sin duda es positiva nuestra mejora en el Índice de Hacer Negocios del Banco Mundial. Felicitaciones sin reservas a los involucrados, pues nos urgen razones para sentir orgullo.

    Alguien trabajó duro para mejorar los procesos de obtención de permisos de construcción, abrir un negocio, y pagar impuestos. Nos permitieron escalar 14 posiciones en el rango y subir 2.9 puntos porcentuales con respecto al país de mejor desempeño. Esto reta, pues sugiere que algunas cosas no mejoran porque no se atienden, no porque no se puedan atender.

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  • Mañosos, y encima llorones

    Tenemos entre manos una patronal tan ineficiente que no puede sobrevivir sin depauperar al Estado, o tan voraz que ni siquiera en medio de la bonanza puede dar algo al bien común.
    Vuelven los de siempre a lo de siempre. En 2012, gozando aún del privilegio de la novedad, el gobierno logró pasar una modesta pero necesaria reforma fiscal.

    Aunque en la práctica, el paquete de innovaciones terminará pesando sobre la clase media alta y profesional y dejando sin muchos cambios a los de mayores ingresos, sorprendió en el momento que el sector empresarial -entiéndase de forma específica el CACIF- le diera su apoyo.

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  • Borrando con el codo…

    Lo que la industria necesita no es dinero gratis, sino empleados competentes y capital de trabajo.
    ¿En qué cabeza cabe que darle más dinero al que ya tiene, habría de resultar en bienestar para los demás?

    Salvo contadas excepciones, los de arriba han demostrado que nunca, bajo ninguna circunstancia y para nada, habrán de poner voluntariamente su parte en el bien nacional.

    Casi no podía creerlo. El Miércoles Santo, como mosca en medio del almíbar de mi torreja, la noticia en elPeriódico: “Nuevos incentivos para atraer inversión”. La formula secreta que devela el presidente Pérez Molina es el mismo remedio de merolico de siempre: exenciones fiscales a las empresas. Poco más de un mes duró el alegrón de burro de la “reforma fiscal”, que correctamente nos recetó a la clase media alta y profesional pagar más, y a la clase alta un poquito más. Ahora se apura el gobierno a borrar con el codo lo que escribió con la mano, y devolver a los de arriba el “préstamo” que le hicieron a cambio de no resistir esa reforma.

    Son maliciosos los argumentos de los representantes empresariales, pero razonables: ellos están en el negocio de ganar dinero, así sea arrebatándolo del Estado y del resto de la sociedad, so excusa de la creación de oportunidades. Sin embargo, el caso del gobernante es más embarazoso. Aunque pueda sorprenderle al señor Presidente, su obligación está con la ciudadanía, no con sus financistas de campaña. Si realmente quiere crear empleo e incrementar la productividad, hay acciones de probada eficacia, y que son permanentes. Eficaz impulso a la producción es dar una educación secundaria y universitaria de calidad a todos los jóvenes, no solo a algunos. Otro tanto ocurre con invertir en cursos y carreras con un claro vínculo al mundo del trabajo, que lleven de la secundaria a la universidad y luego al empleo, no a los callejones sin salida de un “bachillerato en aviación” o de la güisachería sin título.

    Si el Presidente realmente quiere invertir en el empleo y en aumentar la productividad, en vez de tirar millones de quetzales al retrete en exenciones fiscales, bien haría en cobrar los impuestos e invertir esa misma cantidad en programas de pasantía para jóvenes que comienzan la vida laboral, o en becas y préstamos educativos para que completen carreras técnicas universitarias los que hoy abandonan luego de la secundaria. Podría invertir en créditos para el emprendedurismo o la pequeña empresa, o en la búsqueda de mercados para los productos nacionales. Lo que la industria necesita no es dinero gratis, sino empleados competentes y capital de trabajo. El dinero gratis lo quieren los industriales, pero eso es otra cosa, y su nombre no es bonito.

    Me pregunto dónde estarán en este entuerto los mejores representantes de la clase media profesional en este gobierno, como Fernando Carrera, Miguel Gutiérrez, el propio ministro Centeno, que bien saben de políticas económicas y desarrollo. Me pregunto si la clase media –los asalariados y profesionales que ahora van a pagar más y no recibirán exenciones fiscales dizque para aumentar el Producto Interno Bruto– seguirá siendo la clase pusilánime que ve la cosa como que no es con ella, a pesar de que tendrá que pagar la cuenta de semejante extravío.

    Así que, ahora que volvemos renovados de la Semana Santa, lo invito a decir con energía: yo pongo mi parte, tú pon la tuya. No a las exenciones fiscales.

    Original en Plaza Pública

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