En una sociedad inclusiva, se restringe el poder de la élite por el balance de intereses entre sus facciones, o por una alianza social más amplia.
Genial chanza la de Quique Godoy esta semana: “Guatemala funciona con el hardware de la democracia, el software del autoritarismo y el virus del clientelismo popular y empresarial”.
Las ideas de Daron Acemoglu y James Robinson ayudan a entender esa peculiar combinación, que reúne formas electorales con contenidos oligárquicos y prácticas manipuladoras. Su ya popular “Por qué fracasan los países” hace una apuesta institucionalista para explicar por qué algunas naciones son ricas y otras pobres. Vale la pena recapitular sus argumentos.