Para los demás, nosotros los ciudadanos, el gusto por Sperisen ni nos viene ni nos va. Lo que necesitamos es un país mejor, vivir en paz, prosperar y dejar al menos alguna esperanza a nuestros hijos.
Es obvio que los chapines necesitamos aprender a dialogar racionalmente. Cuando nos preguntan nuestra opinión sobre un tema cualquiera, «¿qué piensas sobre el caso Sperisen?», lo interpretamos como una pregunta sobre nuestras preferencias: «¿te gusta Sperisen?».
Puesto el debate en términos así, resulta automático escoger. Igual que prefiero los postres a las ensaladas, si aspiro a «blanco», urbano y clasemediero, me gustará más la gente así; ciertamente más de lo que me gustanlas personas pobres, morenas y violentas que usualmente pueblan las cárceles. Con ello las respuestas resultarán tan poco razonadas como nuestras preferencias por el café o el helado de fresa: «me gusta el canche Sperisen»; y así con todo: «no me gustan los ladrones», «me gusta Friedrich Von Hayek», «no me gustan los campesinos», «no me gustan los empresarios».