Estos son tiempos para fijarnos en lo que toca hacer antes que en la persona que lo hace. En vez de Navidad tranquila y Año Nuevo de esperanza, la perfidia del Ejecutivo combinada con la estulticia legislativa y la mezquindad de la élite económica nos dejaron un regalo envenenado. Con alegre egoísmo, la peor gente del país se apuró en su empeño por hacernos un Estado paria.
El lunes montaron el más reciente acto del absurdo Moralejo. Los jefes del Ejecutivo y del Legislativo volvieron a desplegar su micro-Estado portátil, armado a base de barreras metálicas y de policías con mejores cosas que hacer. Rodeados tan solo por sus cortesanos de vergüenza, abrieron la boca para expulsar sandeces que, a juzgar por su intención fétida y por la falta de solidez, igual podrían ventear por el otro extremo del tubo.
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