Tag: Guatemala

  • Aravá, urinal, ironía

    Aravá, urinal, ironía

    Hace poco más de 100 años Marcel Duchamp compró un mingitorio, lo puso boca arriba sobre un pedestal y firmó «R. Mutt, 1917». Cambió el sentido del arte para siempre.

    La historia, claro, no es tan sencilla. En 1917 Duchamp envió «La Fuente», el nombre que dio a su obra, como entrada a la exhibición inaugural de la Sociedad de Artistas Independientes en Nueva York. ¿Era arte? La directiva de la Sociedad, conflictuada, optó por ocultar la pieza durante el evento. Solo cobró notoriedad tras la divulgación de una foto que le tomó Alfred Stiglitz, por cuestionar a fondo si el arte es algo que se hace o más bien algo que se piensa.

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  • ¿De dónde viene la verdad?

    ¿De dónde viene la verdad?

    Nuestra mente es como una bola pegajosa de ideas. A lo largo de la vida, cada quién suma ítems a la particular colección de pensamientos que nos hace ser quienes somos. Como en el Katamari Damacy, empezamos con un mínimo de información, que permite agregar cosas y crecer el globo de lo que sabemos.

    Las ideas más firmes actúan como organizadores. Si hacen referencia a lo que somos y cómo actuamos, las llamamos personalidad. Si nos sirven para explicar nuestro entorno social y sus propósitos, las llamamos ideología.

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  • Élites responsables, élites esclarecidas

    Élites responsables, élites esclarecidas

    Insisto en tratar el papel de las élites. Es indispensable para entender nuestra falta de desarrollo.

    Ya sea para comentar, denunciar o despotricar, persisto en señalar a quienes están parados en la estaca superior de la escala económica y social. En buena medida, es por ellos que el país está en un atolladero. Más aún, tienen una importante responsabilidad en sacarnos de él.

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  • Usted y yo somos los más

    Usted y yo somos los más

    Tanto triunfalismo hace dudar de la razón. Será que realmente no entendemos cómo funciona el mundo.

    Ha de ser que no comprendemos algo y, en efecto, estamos perdidos. Porque sigue en el Congreso la comisión anti-Cicig, a pesar de la prohibición expresa de la Corte de Constitucionalidad. Es difícil tragar tanto cinismo en Jimmy Morales, que dice que el libramiento de Chimaltenango es de altísima calidad. Cuesta explicar el liderazgo de Álvaro Arzú hijo, un auténtico iletrado de élite.

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  • No lo digo yo, lo dice James Robinson en el Enade

    No lo digo yo, lo dice James Robinson en el Enade

    Lentamente la fundación empresarial de desarrollo económico y social descubre el agua azucarada. En 2013, con algarabía, la Fundesa convocó su «primer» acuerdo de desarrollo humano. El PNUD ya llevaba publicados 10 informes al respecto. Quizá debo agradecer: cada quien aprende a su ritmo.

    La historia se repitió la semana pasada. James Robinson presentó en el Encuentro Nacional de Empresarios (Enade) la tesis publicada hace 7 años con Daron Acemoglu en Por qué fracasan los países. Explicó la relación entre élites extractivas, mala gobernanza y pobreza.

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  • Dos chapines, dos gringos y un problema infernal

    Dos chapines, dos gringos y un problema infernal

    Nunca hubo un Estado guatemalteco bueno que se corrompió o fue cooptado.

    Hace una semana se realizó en Washington D.C. un panel sobre el futuro del sistema judicial en Guatemala.

    El tanque de pensamiento Diálogo Interamericano invitó en septiembre a cuatro especialistas para tratar sobre Incertidumbre judicial: El futuro de la rendición de cuentas en Guatemala1. Por este país participaron Erika Aifán y Miguel Ángel Gálvez, jueces de mayor riesgo. El lado estadounidense lo representaron Stephen McFarland, exembajador de dicha nación en Guatemala entre 2008 y 2011 y  Brittany Benowitz, consejera principal del Colegio de Abogados de los Estados Unidos (ABA).

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  • Deforme

    Deforme

    Como aquelarre perverso, apenas cerró la Cicig y ya tenemos tres soldados asesinados.

    La noticia fue devastadora: el niño nació con labio leporino y el paladar hendido. El primogénito tenía una deformidad, como un hachazo que le partía desde la boca hasta la nariz.

    La deformación del labio era apenas lo visible. El paladar hendido le daría una voz gangosa. Le costaría comer y respirar. Sufriría infecciones del oído, podría quedar sordo. El cirujano intentó compensar la amargura. Sí, costaría mucho reparar el daño y tardaría años la recuperación. Pero eventualmente el niño quedaría bien. Mucho antes de la adultez escasamente se notarían las cicatrices. 

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  • Queremos progreso, pero sin cambiar nada

    Queremos progreso, pero sin cambiar nada

    Todos los días el tránsito nos regala, con torcida generosidad, la oportunidad de reflexionar sobre causas y efectos, sobre acciones y resultados.

    En la ciudad capital (y crecientemente también en otras ciudades) experimentamos en carne vida cómo funciona la relación entre lo que se quiere, lo que se hace y lo que se termina teniendo. El tránsito, al empezar o terminar la jornada laboral y cada vez más a cualquier hora también, nos recuerda que lo que decidimos y lo que hacemos no es indiferente.

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  • No basta con hacer cosas buenas

    No basta con hacer cosas buenas

    Si usted quiere llenar la cisterna, no basta abrir el grifo. Hay que tapar el desagüe. Y si lo que hay son grietas inmensas, cobra urgencia sellarlas.

    He oído en el podcast de ConCriterio un par de entrevistas con funcionarios del futuro gobierno de Alejandro Giammattei. Escucharlos provoca una profunda zozobra.

    No es que sus ideas técnicas no parezcan buenas. De hecho, Guillermo Castillo, el vicepresidente electo, suena como un hombre sensato, con experiencia y propuestas que podrían funcionar. El desasosiego viene de otra parte. Es la sensación, más aún la certeza, de que todo esto lo hemos escuchado antes.

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  • He sido puesto en mi lugar

    He sido puesto en mi lugar

    Resulta que lo que preocupa aquí no es que nos libremos del autoritarismo, sino del riesgo de una democracia política.

    Tuve un intercambio interesante en Twitter con un académico y analista político de derechas. Terminó mal.

    Empezó con un mensaje suyo: «con todo y sus deficiencias nuestra democracia se puede mejorar, quien no le guste que proponga un modelo alternativo y que este se discuta y se critique sin pelos en la lengua». Como no compro la idea de que no se pueda criticar sin proponer (es razonable que sea más fácil detectar problemas que soluciones), comenté: «¿Por qué quien critica la democracia deficiente debe proponer un modelo alternativo? ¿Por qué no mejor pedir a quienes se resisten que acepten e incorporen las mejoras [ya propuestas], en vez de hacer lo imposible por mantenerla imperfecta?»

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