Me declaro perplejo. No entiendo a quien, viendo a Morales rodeado de militares y rechazando a la Cicig, aún haya quien piensa que el problema es Iván Velásquez y que el propósito es garantizar la soberanía nacional.
Temo que no sirva lo que escribo para el que aún no reconoce el asalto a la democracia. No lo verá aunque se lo expliquen en cámara lenta y con subtítulos. Pero a los demás, sean siete personas o quizá cinco millones, exhorto: hoy no alcanza insultar a Morales aunque lo tenga bien ganado.
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