En el desierto escasamente hace falta consultar el pronóstico del tiempo. Si ayer ha hecho sol, lo más probable es que hoy haga sol también. Y si anoche hizo frío, esta noche casi seguramente será igual.
En el desierto son usuales los extremos. A medio día el sol pega inclemente y a media noche el frío hiela hasta los huesos. La gran mayoría de días son iguales. Acaso, ocasionalmente sopla un viento fuerte, desciende una tormenta que meterá un polvillo fino en todo, hasta las rendijas más profundas, que hace picar los pliegues de la ropa y atasca las máquinas, por más que se intenta limpiar.
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