Tag: globalización

  • Lo que realmente importará en el 2023

    Lo que realmente importará en el 2023

    El año 2023 en Guatemala está marcado por el inicio de un nuevo proceso electoral, que supone un reto para el país en términos de estabilidad política y económica. A pesar de los avances en los últimos años, Guatemala sigue enfrentando desafíos importantes en temas como seguridad, lucha contra la corrupción y desarrollo.

    Una de las principales preocupaciones en este año electoral es la posibilidad de un aumento de la violencia y la polarización. Guatemala ha experimentado una creciente inseguridad y es importante que se adopten medidas para garantizar la tranquilidad y la paz durante el proceso electoral. Es fundamental que se promueva un diálogo constructivo entre los actores políticos y sociales.

    (más…)
  • Por las buenas o por las malas

    Por las buenas o por las malas

    Tras migrar a Guatemala, pasó mi madre una década sin volver a ver a su hermana. Mis hijos viven en distintos países de dos continentes y sin embargo consigo verlos con regularidad.

    Podríamos atribuir el contraste a un eficiente sistema global de aerolíneas, pero eso apenas rasca la superficie del asunto. Tengo una vida de privilegio, con ingresos suficientes —aún el vuelo más barato es más de lo que puede pagar muchísima gente—, el tiempo para viajar y la documentación para atravesar las fronteras sin dificultad.

    (más…)
  • Dos siglos, ¿de qué y para qué?

    Dos siglos, ¿de qué y para qué?

    Sin duda hay quien quiere celebrar los 200 años de la Independencia. Lo quiere el poder criollo, es decir las élites que fundaron, mandan y siguen beneficiándose del Estado. Lo celebrará su Gobierno y su administración pública, ya sea por voluntad o por obligación. Tienen razón, pues doscientos años de existencia continuada de un orden político que da poder sobre el resto de la gente no es poca cosa. Y en torno al 15 de septiembre (si no lo impide la pandemia) otros menos conscientes también celebrarán: como metáfora de nuestra historia, los marchistas con sus antorchas correrán en todas direcciones, sin punto de partida ni de llegada común.

    Vamos tarde si el asunto es para celebrar. Ocho meses no alcanzan para planificar una celebración nacional, excepto en la tierra del «así que se vaya». Menos aún en medio de una pandemia. Así que dejemos al poder, con sus llamas perpetuas y con sus invitados especiales, planificando lo que hará de espaldas al pueblo. Y roguemos que no sean muchos los marchistas atropellados.

    (más…)
  • «Bullshit jobs» a la Tortrix

    «Bullshit jobs» a la Tortrix

    En el capitalismo avanzado, los académicos que se interesan en el mundo del trabajo se preocupan cada vez más por el aumento del empleo sin propósito y sin dignidad.

    Fue David Graeber, profesor de Antropología de la Escuela de Economía de Londres y activista anarquista, quien acuñó el término bullshit job (empleo de mierda) para referirse a cierta variedad de ocupaciones que proliferan en el capitalismo moderno. Estas se caracterizan no solo por que son despreciadas por la mayoría de las personas, sino por que tampoco son valoradas por la misma gente que las desempeña.

    (más…)
  • La magia del capital

    El mercado es esclavo eficacísimo, pero amo infinitamente explotador.

    Crecimos juntos la gente y el mercado. Habrá nacido el mercado cuando en el Paleolítico a un par de Homo se les ocurrió intercambiar lo que le sobraba a cada uno. Y no ha parado desde entonces.

    Desde las tierras ecuatoriales hasta los polos helados, al migrar, con el mercado llenamos las propias necesidades más allá de lo inmediatamente disponible. Pasado el tiempo, las plazas donde trocábamos bienes se convirtieron en ciudades. Las rutas se tornaron puentes y carreteras, trenes y barcos para transportar las mercancías: sal del océano, harina del Levante, plata del Potosí, tecnología de California. Y sigue, que más pronto que tarde esas rutas serán también interplanetarias y llevarán agua de la Tierra a cambio de novedosas creaciones marcianas.

    (más…)

  • Bréxito y fracasEU

    A veces hace falta desmantelar lo que hay, pero ello no excusa que luego tendrá que construirse algo igual o superior.

    Hoy le tocó al Reino Unido decantarse por la salida (literalmente) fácil. Ganó irónicamente la parte de su electorado que más sufrirá las consecuencias.

    Ante el egoísmo de una globalización que institucionalizó el privilegio financiero, ante la miopía de la burocracia europea, distante y acomodada, venció el bando del a la mierda con todo. Se desató la gente en los condados más marginados, la que se asusta con el cambio, la que más se altera cuando ve que entre la homogeneidad de sus pieles rosadas también hay algunas morenas.

    Se entiende, pues siempre es más fácil decir no que decir sí. Cuando se dice no, toca a otro reaccionar. En cambio, decir sí es tener que explicarse: sí a qué, sí para qué, sí cómo. Demasiado trabajo para algunos, para muchos.

    Por eso es que no todos los éxitos son iguales ni todos los fracasos tampoco. Tener éxito en desencadenar una destrucción apenas exige dar paso a la entropía, abdicar del esfuerzo que exige contener la tendencia al desorden. Basta un día para revertir 55 años de trabajo. Mientras tanto, tener éxito en sostener una estructura apenas garantiza que habrá que seguir construyendo algo imperfecto y solo quizá mejorar cada día, sin respiro y para siempre.

    Para los líderes, quedarse en la Unión Europea era seguir en la lucha perpetua contra el monstruo de la UE, la deteriorante gestión de acuerdos con otra veintena de socios, aguantar la inflexibilidad alemana y la altanería francesa, negociar las apariencias de una migración que no se detendrá nunca. ¡Qué pereza! Mientras tanto, congraciarse con el electorado más conservador daba una salida rápida a los problemas de gestión del partido. «Vean ahí cómo salen del problema, que yo no estaré para cuando todo esto truene», parece haber sido la opción del primer ministro Cameron, quien, dicho sea de paso, hacía rato tenía resuelto su propio problema económico, Mossack Fonseca incluido.

    ¿Por qué nos importa a usted y a mí? Al fin, desde que la Gran Bretaña solucionó por su cuenta lo de Belice (sí, allí no hay nada más qué discutir, no sea iluso), para estas tierras ese reino no ha sido sino un cuco remoto que algunos políticos y militares rememoran en sus peores momentos. Espere, dirá el analista. Sale el Reino Unido de Europa, cae la bolsa, cae el precio de las propiedades, se redirigen las inversiones, baja la cooperación, se distraen los gringos, gana Trump, aumentan las deportaciones y, voilà, lo afecta a usted también. Cierto, pero así hasta el Big Bang cuenta hoy.

    Dejemos por un momento a los expertos con sus epiciclos, que eso va a tomar tiempo desentrañarlo, y aprendamos la lección más pedestre, una que usted y yo podemos aprovechar hoy, aquí, ya: siempre es más fácil romper que construir, es más fácil patear la hoguera que hacer fuego. Siempre es más fácil decir «quito mi bola» que tratar de encontrar mejores reglas para el juego.

    En la persistente lucha por la sobrevivencia y el progreso, siempre es más fácil ser conservador que reformista. Al conservador le basta con apuntalar el pasado, seguir como ya se fue, apuntar al interior, señalar como ya se es. ¿Para qué quitarse el sueño imaginando instituciones nuevas? ¿Para qué insistir, un día y otro, en que podríamos mejorar lo que tenemos cuando basta con dejarnos llevar por la marea, resignarnos a que las cosas se derrumben por su propio peso?

    Esto explica y compromete. Explica por qué a los de arriba les va mejor aun en medio del desastre: porque tienen recursos para sobrevivir. Compromete a los que dicen que quieren un mejor futuro, no importa el color de su persuasión política, porque rara vez bastará con destruir el viejo orden: siempre será necesario poner esfuerzo, mucho esfuerzo, en construir algo mejor.

    Así que sí. A veces hace falta desmantelar lo que hay, pero ello no excusa que luego tendrá que construirse algo igual o superior, lo que costará mucho trabajo, mucha planificación. Otras veces, las más, hará falta tomar lo que ya existe y mejorarlo poquito a poco. Eso no le gusta al caudillo revolucionario, pues no es sexi. Tampoco le gusta al conservador perezoso, ya que toma mucho trabajo.

    Original en Plaza Pública

  • Homo Migrans

    Migrar es lo que siempre hemos hecho los humanos. Migrar fue lo nos trajo hasta acá, de haber nacido en un valle en el este de África, a ocupar todo el globo.

    No contentos con el calor tibio de las sabanas, salimos a conquistar el Levante, la medialuna de entre ríos, hasta el mar de la China y Oceanía. Por migrar cruzamos el Bósforo y desplazamos a la gente del Neandertal. Migrando saltamos el estrecho de Behring primero, surcamos el mar Atlántico después, y lo ocupamos todo, todo hasta la Tierra del Fuego.

    Migrando plantamos banderas en los polos. Por migrar algunos disputan con pingüinos en antárticas estaciones científicas. Por migrar, una bandera de estrellas y rayas ondea sin viento sobre el gris estéril de la Luna. Por migrar, modernos Colones ya aprestan naves y contemporáneas Isabelas dotan tesoros para zarpar hacia Marte.

    (más…)
  • Un empresariado inevitable

    Pensar que el mercado lo resuelve todo, o que del capitalismo saldremos como quien se quita una camisa sucia, es tan ingenuo como querer verle los pies al divino rostro.

    Al capitalismo del siglo XXI le urgen reformas profundas. Caducó el balance entre trabajadores, empresarios y Estado, construido desde las primeras huelgas decimonónicas hasta la segunda posguerra mundial.

    El conflicto en dos siglos parió un Estado vigilante, un capitalismo regulado y una ciudadanía industrial con derechos. Pero en nombre de la globalización se desdibujaron los bordes del Estado, se olvidaron los pactos y creció la necesidad de revisar el contrato. Vinieron los primeros reclamos a final de la década de 1990, pero fueron sofocados astutamente en nombre del antiterrorismo después de 2001. La catástrofe financiera de 2008 volvió a poner el tema sobre el tapete. Por más que los bancos se afanan en decirnos que agregan un valor descomunal a las economías, ya no les creemos. Pero no sabemos quién se sentará a la mesa a renegociar el pacto (¿cuál mesa, cuál pacto?, agregaríamos). De allí los desvelos, tanto de empresarios en Davos como de activistas del Occupy Wall Street.

    (más…)

  • Y aquí, ¿por qué tan calladitos?

    Clase media: una masa móvil que hoy se sume en la angustia por aspirar entre iPhone y justicia, que complica la vida de los gobernantes, y en Latinoamérica marca el signo de los tiempos.
    A nivel global estos han sido tiempos de protesta. Junio abrió con el puente del Bósforo atestado de turcos inconformes.

    No pasaron ni tres semanas para que al otro lado del globo, esta vez en nuestro continente, fueran convocadas multitudes brasileñas, enormes como su país. En ambos casos la queja puntual −por la defensa de un parque en un caso, contra un incremento en el costo del transporte público en el otro− fue atendida con una respuesta policial. Como corolario, aumentó rápidamente la indignación ciudadana y se multiplicaron las causas, que traían como signo común la frustración: contra los recortes a las libertades civiles en Turquía, contra la burocracia inoperante en Brasil, contra la corrupción en ambos casos.

    (más…)

Verified by MonsterInsights