Desde la llamada Reforma Liberal Guatemala constituyó un Estado predicado sobre la depredación sin exigir inversión de sus élites.
Ese Estado arrancó del despojo español a la población que encontró en este continente, pero los últimos 150 años desarrollaron la economía, instituciones y cultura que validan a la élite actual. Configuraron un poder que hoy agoniza en cortes, autoridades electorales y fiscales, que incluso han desistido de aparentar justicia.
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