Así como el voto está fuera de los eventos electorales, el gobierno hoy tendrá que darse más allá de la Casa Presidencial, del Congreso y del Palacio de Justicia.
Hoy algunos están preocupados por el voto en blanco. Como las boletas vacías no se cuentan, quieren evitar que regalemos el voto y que la elección se decida entre pocos. Esta preocupación tendría sentido si las elecciones determinaran el futuro. Pero no es así.
En el pasado, grupitos indignos monopolizaban nuestro futuro. El G8, los capi di tutti capi empresariales, decidían quién era bueno y quién era malo. En el Cacif vetaban jueces, juzgados y juicios. Un puñado de militares decidía quién vivía y quién moría. Aún hoy lo intentan. Un manojo de operadores, sirvientes del poder, maniobraron a puerta cerrada para poner a Maldonado Aguirre, y 115 diputados obedientes lo confirmaron como vicepresidente.