Tag: elecciones

  • El sepelio

    Hoy que celebramos, reconozcamos que las elecciones no serán la inauguración de un nuevo gobierno. Son el sepelio de un régimen.

    Es célebre la máxima de Carl von Clausewitz, que dice que «la guerra es la continuación de la política por otros medios». Cuando en 1954 se cerraron los espacios a la democracia, bastaron pocos años para desatar la violencia. Entre resistencia guerrillera y represión militar, lograron nuestros padres —despojados de su dignidad y del poder de su voto— hundirnos en un charco de sangre sin fondo.

    Pensamos que la noche terminaba, cuando en 1986 regresamos a la institucionalidad democrática. Imaginamos que la luz se ampliaba con firmar la paz en 1996. ¡Cuán ingenuos fuimos! Siempre acertado, Foucault había puesto ya de cabeza a Von Clausewitz al afirmar que «la política no es sino la continuación de la guerra por otros medios». No queríamos sangre, de acuerdo. Pero de ahí a que los poderosos renunciaran a su poderío había una brecha insalvable. Nadie abandona la ventaja si no se le arranca a la fuerza.

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  • Mojones en el camino

    Dice mi amigo Carlos, tipo muy gracioso, que ver el hocico largo de los perros no debe hacernos pensar que están silbando. Distingamos las cosas que son causa de las que son efecto. Más aún, reconozcamos que algunos hechos no son causa ni efecto, sino olas que marcan la marea profunda.

    Hoy las elecciones ocupan los tres roles. Son causa del cambio de gobierno: ayer se sentaba fulano en la silla presidencial y tras las elecciones será mengano, pues sacó más votos. Son efecto, consecuencia remota del pacto político que llamamos Constitución, consecuencia inmediata del proceso que administra el Tribunal Supremo Electoral. Finalmente, son apenas mojones, señales sobre las lindes del poder, ya sea en la continuidad o en el cambio.

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  • Sin más dilación aprobar las reformas propuestas por el Tribunal Supremo Electoral

    Ciudadana, ciudadano: si quería causa para la protesta, para exigir ante el Congreso, aquí la tiene.

    Primero, el mensaje clave: usted y yo, ciudadanos y ciudadanas, debemos insistir en que se aprueben sin retraso ni modificación las Reformas para el fortalecimiento del régimen político electoral del Estado de Guatemala, que presentó el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al Congreso el 26 de junio.

    Ahora, a los detalles. Las reformas no resuelven todo, pero son fundamentales para limpiar la clase política y democratizar el acceso al poder. Hace más de cuatro años que se discuten en la sociedad civil, incluso en algunos partidos políticos. No hay excusa para que pícaros como Pedro Muadi o cínicos como Luis Rabbé detengan lo que hace ratos la ciudadanía demanda.

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  • Lecciones para un año de decisiones

    Para que este balance de lecciones sirva, debe llevarnos a la acción. Este año, la ciudadanía se concreta en las elecciones.

    Pareciera que apenas volvemos una y otra vez a los mismos problemas. Como con el año, con el cual cada 365 días vuelve la Tierra al mismo sitio.

    Pero es apariencia. Mientras la Tierra vuelve, el Sol también se ha movido1, y estamos cada vez a miles de millones de kilómetros de donde estuvimos un año antes. En una espiral similar, reflexionar ayuda a crecer, siempre que queramos cambiar. Hoy urge, pues de lo aprendido debemos tomar impulso para decidir y actuar en este año electoral. (más…)

  • Para leer al candidato: la mano en la licuadora

    En un auténtico desliz freudiano cita: «Dijeron: “Es un país que nos pertenece…”». Ajá. Les pertenece. ¿Y cuándo será este país propiedad de los pobres, o aunque sea de la clase media?

    El 23 de enero, Nómada publicó una entrevista con Edmond Mulet, guatemalteco destacado, subsecretario general de Naciones Unidas. Mulet contempla lanzarse como candidato a la presidencia.

    Con un efectivo juego de policía bueno-policía malo, los entrevistadores le sacaron respuestas que ilustran cómo funciona la política en Guatemala. O más bien por qué no funciona. Poniendo atención se aprende mucho, aún sin juzgar a Mulet. Haga un alto y lea la entrevista, pero regrese. A ver si coincidimos en estas lecciones. (más…)

  • La cuña

    Es la gente que con la ilusión de que va para arriba, ha olvidado de dónde viene, y cuáles son sus necesidades.

    Para empezar el año le cuento una fábula. Había una vez una carreta que vivía feliz rodando por los caminos del valle. Como el valle era amplio y plano y las calles anchas, la carreta rodaba fácilmente.

    Cualquiera que necesitaba llevar sus bienes de un lugar a otro podía usar la carreta. Sin embargo, vino un mal hombre y decidió que tomaría solo para sí la carreta, que hasta entonces les había servido a todos. La cargó con lo que pudo acarrear del valle —plantas, animales, muebles; ¡hasta las piedras, el aire y el agua quiso poner en la carreta!— y comenzó a empujarla montaña arriba para volver a su lar.

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  • Democracia es lo que ocurre entre elecciones

    A menos que usted en lo personal se involucre en presionar y supervisar la reforma, dé por perdido su caso. Y luego no alegue que la cosa no mejora.

    Supongamos que compra un tambo de gas propano. Quiere que le den el volumen ofrecido, que el envase esté lleno. Para esto busca un tambo que tenga puesto un marchamo.

    El marchamo no está para dar un vistoso toque de color a la industria del gas, sino como marca que garantiza el final de un proceso en que se llena, pesa y verifica que cada tambo esté cabal. En algún momento alguien se cansó de comprar tambos a medio llenar, y eventualmente se instituyó el marchamo como mecanismo de aval. Pero para cumplir esta función, el proceso debe hacer lo que dice hacer, seguirse al pie de la letra y sin trampas.

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  • Votos y dinero

    Los que quieren el poder se han acostumbrado a que para gobernar, lo que toca primero es salir a buscar el dinero, en vez de salir a buscar el voto.

    Dos cosas definen quién llega a controlar el gobierno en una democracia: los votos que ganan las elecciones, y el dinero que paga las campañas.

    A veces parecen lo mismo: el dinero puede comprar votos y los votantes financiar a un candidato. Sin embargo, tienen naturalezas muy distintas. Mientras la riqueza puede estar en manos de muchos o de pocos, el voto en una democracia liberal está extensamente diseminado. Por definición y en sentido práctico, no depende de una sola persona.

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