Si vamos en serio y las intenciones son buenas, toca entender los problemas, alinear las causas y corregir los errores.
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Fuera del balde: el lío de las normales
Qué fácil sería la vida si unos fueran los buenos y otros los malos. Pero en el asunto de las Escuelas Normales todos tienen algo de verdad, y mucho de error.Las posiciones tomadas han servido apenas para agravar las consecuencias negativas. El Ministerio de Educación procura mejorar la calidad de los profesores de primaria. Sin embargo, confunde resultado con medios. El Ministerio tiene dos roles: primero, es operador de las escuelas públicas, empleador de maestros y por ello demanda buenos docentes. Segundo y por su rol en la educación secundaria, le toca producir docentes. Queriendo mejorar lo que consigue como demanda, se ha metido a modificar la oferta, y allí se le ha complicado terriblemente un problema que nunca debió tener. -
Liderazgo ¿para qué?
Es hora de dejar de forzar la muleta de la religión como sustituta cuestionable al urgente esfuerzo de pensar juntos los problemas cívicos y civiles.Recientemente estuvo en Guatemala el Dr. John Maxwell, presentado como “experto en liderazgo, orador reconocido internacionalmente y autor de más de 60 libros sobre liderazgo”.Entiendo por los anuncios que durante su estancia dictó varias conferencias sobre liderazgo. No pude escucharlo personalmente, pero tuve acceso a la síntesis de una conferencia dictada a educadores, distribuido gentilmente por Empresarios por la Educación.
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El año en que el CACIF le perdió el miedo a la reforma agraria
¿Se imagina usted lo que serviría a nuestra sociedad el ingenio que saca cuatro quintales de banano donde antes producía solo uno, en vez del empeño por que nada cambie?Pasada la mitad de enero, sólo los más aguerridos conservan en la sala el árbol de Navidad o el Nacimiento. Así que toca pensar qué haremos con el resto del año, o quizá del katún.Tras un año difícil, cuesta poco concluir con Einstein que si queremos resultados distintos, tendremos que hacer cosas distintas. Como soñar es fácil, empiezo por sugerir que este puede ser el año en que superemos el temor a la reforma agraria.
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¿Quo vadis, clase alta? Los valores de nuestros padres
Para ser parte de la solución, primero tendremos que reconocernos parte del problema.Refresca ver el documento del CACIF, “Perspectivas del sector empresarial 2: Prevención de la violencia: jóvenes, valores y participación ciudadana”. Refresca ver a los empresarios abordando temas de economía y sociedad, más que dando el clásico “no a todo”. Refresca ver que se desempaquen sus argumentos, para entenderlos mejor.
El documento presenta tres ponencias: “Jóvenes y educación: rutas actuales a nuevas fronteras” de Salvador Paiz, “Saber vivir los valores de siempre” de Raúl Alas, y “Voltear a ver para otro lado” de Roberto Ardón Quiñónez. Comento primero a Paiz, por más sólido, y juntos a Alas y Ardón, por representar una perspectiva común.
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Hidroeléctricas, dinero, bienestar, pero para todos
Hoy vemos que el Estado invierte en explotar recursos naturales. ¡Pero el beneficio de esa inversión es cosechada por unos pocos! Aquí está el problema de fondo.
Imaginemos que usted decide ser taxista. Conoce bien la ciudad, le gusta charlar y no le molesta pasar largas horas sentado. Pero no tiene automóvil. ¿Qué hacer?
Si no puede comprar carro, una opción es negociar con una empresa como “Taxis Amarillo”. El trato es sencillo: ellos ponen el auto, usted lo trabaja. De lo que gane, paga una cuota diaria por usar el vehículo, y lo demás es suyo.
La explotación de recursos naturales, como el agua para hidroelectricidad, el petróleo o el oro, puede entenderse igual. Una vez vendido el bien hay dos cosas que pagar: el trabajo que tomó extraerlo, y la renta al propietario del bien. Una columna reciente identifica correctamente el riesgo del racionamiento cuando la producción está en manos del Estado, pero evade el problema de fondo, que es la determinación de la propiedad de los beneficios de la explotación, no importa en manos de quién esté.
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Entrarle al dichoso modelo
No basta con reparar la bicicleta vieja que tenemos cada uno, sino que hace falta subir a todos al mismo bus.Alberto Mayol, profesor e investigador social en Chile, saltó en 2011 a un estrellato inusual en el mundo académico de su país. Dos cosas favorecieron ese paso.
La primera fue que, en el contexto de las manifestaciones estudiantiles que alborotaron el afamado éxito democratizador y económico, Mayol ofrecía una explicación creíble de qué estaba pasando, remitiendo a lo más profundo de la estructura política: “La élite entendió sistemáticamente reducir la desigualdad como un asunto de sacar pobres de la línea de pobreza. Nunca entendieron que son problemas distintos. En la pobreza falta comida. En la desigualdad lo que falta es sociedad.”[1]
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El mito de la soberanía y el extrajero entrometido
Las privatizaciones y la explotación destructiva descansan firmemente en socios y testaferros que tienen en la billetera un DPI, no un pasaporte extranjero.
Con regularidad reaparece en los medios la exhortación a que “los extranjeros” no se inmiscuyan en los asuntos de los guatemaltecos. Dice el argumento que nos iría mejor si nos dejaran encontrar nuestra propia senda de desarrollo. Igualmente vemos el “crescendo” de la denuncia a las inversiones internacionales en el país, particularmente en recursos naturales no renovables.
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Crítica y transformación de la sociedad
La trampa de la que debemos huir como de la peste misma es la complacencia con nuestras propias explicaciones.
¿Por qué tememos tanto a la crítica? Mientras crece por el frente la indignación ante la criminalidad y la corrupción, hay una retaguardia que exhorta: sonríe, no te quejes.
«No te quejes, dime qué podemos hacer.» Como si quejarse fuera nada, como si por quejarnos dejáramos de hacer otras cosas. Pero entre queja, diatriba y crítica no hay más diferencia que aquel que la califica. Si tu crítica no me gusta, la llamo queja. Si tu tono no me gusta, es diatriba. -
900
Hoy podemos reconocer que Árbenz tenía razón. No por “comunista” sino por demócrata: una sociedad próspera no se puede construir sin oportunidades para la mayoría.El domingo 17 de junio se cumplen 60 años desde que Jacobo Árbenz con su firma refrendó el Decreto 900, Ley de Reforma Agraria, que horas antes había aprobado el Congreso de la República.Apenas dos años más tarde, Árbenz renunciaba ante la amenaza de los Estados Unidos, el ostracismo de la clase dominante y la traición del ejército, y se iniciaba el descenso al caos del que no terminamos de salir. Como ningún otro hecho, la aprobación del Decreto 900 marcó un viraje práctico y simbólico en nuestra historia reciente.