Cuando en 1865 concluyó la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, los rebeldes estados esclavistas del Sur enfrentaron una catástrofe. El ingreso promedio del ciudadano del Sur era 40% del de sus congéneres del Norte victorioso.
Era inmensa la reconstrucción que debía emprender el gobierno federal, en manos de los ganadores del Norte. Debían ocupar militarmente un territorio extenso, controlar una población blanca apenas sometida, instaurar la ciudadanía de la población negra liberta, y garantizar los recursos para que esta ciudadanía pudiera ejercitarse de hecho.
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