Category: ¿Y ahora qué, muchá?

  • ¿Cuántos somos?

    Encerrados en nuestras oficinas, metidos en la sala de la casa, despotricamos en nuestras reuniones con los amigos; colgamos mensajes en las redes sociales, como si Paulo Coelho nos fuera a rescatar de estas.

    Los desmanes se suceden con velocidad vertiginosa. Es como si, ante la perspectiva de terminar los cuatro años, les hubiera entrado una ansiedad por completar una larga lista de atropellos pendientes.

    Cuán lejos han quedado las ilusiones del discurso inaugural, y nunca fue más apta esa palabra. Ilusiones son las esperanzas que nos hacemos, pero ilusiones son también los engaños que nos hacen tragar. En 2011 una mayoría de votantes, eternos ilusos, cayó por el primer significado. Hoy todos los ciudadanos zozobramos, siempre engañados.

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  • ¡Lotería!

    Increíble. Ya no tenemos costumbre del éxito, pero aquí estamos. El juicio completo, los argumentos hechos. La jueza lee el veredicto.

    Comienza a cantarse. Algunos con más cartones, otros sólo uno. La respiración contenida, ¿quién ganará? Corre, corre y va corriendo.

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  • Ser ciudadanos es hablar y actuar

    La dinámica básica de la democracia la establecen el derecho y la irrenunciable necesidad de los ciudadanos de hablar entre ellos y con el poder.

    Por al menos cuatro décadas, Guillermo O’Donnell fue referente obligado para todo aquel que quisiera entender la administración pública y la burocracia en Latinoamérica. Ejemplar del académico que tiende puentes entre culturas, alternó entre la cátedra en universidades de los Estados Unidos, su natal Argentina y otros países de Sudamérica. Reflejo, por origen y temporalidad, de los retos y necesidades que impuso la historia de Latinoamérica en la segunda mitad del siglo veinte, experimentó el silencio de la dictadura, los dolores de crecimiento de la democratización, y las complicadas relaciones de odio-amor con la federación del Norte. sin embargo, mostró estar a la altura del reto para plantear en su ejercicio académico respuestas atinadas y nuevas y acuciosas preguntas.

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  • El Discurso (II)

    Primera parte

    Tercera parte (final)

    Tres grandes pactos

    Tenemos razones para ser cínicos al respecto de los pactos.

    Luego de establecer sus principales objetivos y sus principales retos, quiso el Presidente explicar cómo conseguirá el “profundo cambio estructural” que ofreció.

    Planteó para eso tres pactos: un pacto por la paz, la seguridad y la justicia; un pacto contra el hambre; y un pacto por el desarrollo económico y el ordenamiento fiscal. El pacto de paz, seguridad y justicia, es un compendio exhaustivo de acciones ancladas en su más clara oferta de campaña: el combate a la delincuencia. Enfocado en una reforma policial y de inteligencia que ofrece imbricar más al ejército en la seguridad civil, sin embargo extendió el Presidente el concepto hasta comprender la seguridad contra el hambre -aunque volvería luego sobre el tema- y la prevención de desastres. Quizá la oferta más llamativa, aunque ambigua se dió cuando indicó estar dispuesto “a hacer cualquier sacrificio para defender la vida de todos los guatemaltecos y guatemaltecas” (cursivas mías).”

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  • El discurso (y III)

    Primera parte

    Segunda parte

    Y todo lo demás

    Urge, entonces, un plan que operativice estas y muchas otras buenas intenciones.

    Entrega anterior: Tres grandes pactos

    Explicados los tres pactos, pasó revista el presidente a una serie de temas importantes, aunque presentados de forma desordenada. Un bloque específico lo constituyeron un compendio de términos sobre la forma de hacer gobierno con los que nadie podría pelearse, pero que desafortunadamente destacaron por su vaguedad: gobierno electrónico, auditoría social interna, transparencia, reordenamiento de las finanzas públicas, reestructuración del servicio civil, calidad del gasto, efectiva rendición de cuentas.

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  • El discurso (I)

    Segunda parte

    Tercera parte (final)

    El Presidente ha señalado bien que el cambio no vendrá sin la contribución de todos.

    Leer el discurso de toma de posesión es importante para todo ciudadano. En este país de pocos planes y menos explicaciones, la palabra empeñada puede ser más valiosa que un contrato firmado, y exigir lo ofrecido la mejor forma de ejercer ciudadanía.

    El Presidente no perdió tiempo para ir a lo sustantivo. Ya en el segundo párrafo, pasados los agradecimientos, señaló sus temas clave. Seis son sustantivos -la paz, la justicia, la seguridad, el desarrollo integral para los más necesitados, y el desarrollo económico para todos- y tres adjetivos, de medios: la transparencia, la gestión por resultados concretos, y el combate a la corrupción. Tampoco tardó en vincular la negociación del presupuesto con el fortalecimiento fiscal, pidiendo “un esfuerzo fiscal-integral (…) al que todo [sic] contribuyamos de forma equitativa.”

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